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Credibilidad Cero

26 de marzo de 2018

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Recuerdo que hace poco menos de dos años parte de la izquierda peruana juntó sus fuerzas para evitar que el fujimorismo regresara al poder, e hizo posible que, muy apretadamente, Pedro Pablo Kuczynski, un acaudalado empresario que apeas tenía contacto con el pueblo, llegara a ser Presidente.

Para ese entonces, la naciente fuerza progresista denominada Frente Amplio, hizo que su candidata Verónika Mendoza ocupara el tercer lugar entre los favoritos en la primera vuelta, y ayudó en la derrota de Keiko Fujimori, la hija del ex dictador Alberto Fujimori. quien cumplía pena de prisión de 25 años por graves delitos de corrupción y crímenes de lesa humanidad.

En fin, menos de 36 meses después Kuczynski tuvo que renunciar por videos que mostraban la compra de votos en la legislatura, para evitar su deposición como mandatario, además de que no podrá salir del país, debido a su conexión con casos de corrupción  de la empresa brasileña Odebrecht.

Lo cierto es que PPK, como se conoce  al hoy ex presidente, ha sido relevado por su vicepresidente Martin Vizkarra, un ingeniero industrial que dejó su cómodo cargo de embajador en Canadá para tomar el, clavo ardiente de una presidencia desprestigiada, a la que la dirigente del Frente Amplio pidió elecciones generales anticipadas para no esperar hasta el 2021, que es cuando terminaría el mandato normal.

Verónika repitió su eslogan de hace dos años, cuando clamó: “Se acabó la repartija, la corruptela y los gobernantes vendepatria. El Frente Amplio propone construir una patria justa, digna, libre, con igualdad de derechos y oportunidades”,

Pero para que se cumpla lo justo el tiempo aún no ha llegado, y más en un ambiente poco propicio y que requiere de una inmediata recomposición, si se quiere hacer una gobernanza digna y no para los intereses de una minoría elitista que controla una nación con tantas riquezas y mucha  más pobreza.

Junto a la renuncia de PPK, el Congreso, con sus barbas ardiendo, acaba de aprobar un alza del salario mínimo de los trabajadores de la propiedad privada, algo que se ha pedido desde hace años, debido a que Perú es uno de los países que más destaca en ese factor negativo.

Nada extraño cuando perdura una corrupción que despilfarra millones de dólares y no se reactiva una economía que debe ser para el pueblo y no para las transnacionales, con gobiernos, como el que acaba de finalizar, que usan la función pública para beneficiar a sus amigos y clientes.

Sin dudas, la clase política de Perú ha caído en el descrédito en forma general, y esa falta de credibilidad requiere amplia recomposición de un Congreso que no tiene nada que envidiarle en el índice de la corruptela a su similar brasileño, principalmente a esas figuras que ayudaron a dar el golpe de Estado legislativo y jurídico a Dilma Rousseff.

En entrevista para TeleSUR, el analista político Carlos Monge hizo notar que esa falta de credibilidad, provoca una peligrosa pasividad de la población, por lo cual es necesario convencer a los peruanos sobre la posibilidad de una política decente y honesta para que surja un cambio en el país.

Asimismo, insistió en una reforma al sistema electoral para que, ante nuevas elecciones, no participen “los mismos que están profundamente comprometidos con actos de corrupción” en Perú.

En este contexto hay que señalar que la crisis política afecta mayormente al Congreso, tras la difusión de los mencionados videos que revelaban la compra de votos contra la moción que pedía la renuncia de PPK, que hizo posible que este saliera indemne en diciembre último.

El abogado Carlos Bedoya aseguró que este hecho ha recordado a la población lo vivido en el gobierno de Alberto Fujimori. “Entramos en una crisis mayor en Perú de la cual no se salva el Congreso, y tiene que haber una recomposición”, acotó.

Bedoya comentó que la crisis política puede afectar las “condiciones para realizar la Cumbre de las Américas en Lima, que tenía como tema central el combate de la corrupción”, y agregó que la población solicitará que Kuczynski sea juzgado y llevado a la cárcel por las acusaciones en su contra, vinculadas a la trama de corrupción de la constructora brasileña Odebrecht.

Todo esto es solo un capítulo más en el largo libro de corrupción que gobernantes de todo tipo han protagonizado a lo largo de la historia de Perú, sobre lo cual, sin dudas, se volverá a escribir.

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