ribbon

COVID-19: 1, Trump: 0

10 de noviembre de 2020

|

 

No importa cuanto pataleé, ni cuantos jueves corruptos pudieran desconocer los resultantes de unos comicios en un país muy dividido: el presidente Donald Trump fracasó en su intento de reelegirse y, aunque apela a espurias palabras como robo y fraude, tendrá que ceder su puesto a Joel Biden, quien logró un récord aplastante de más de 74 millones de votos populares y 290 electorales a su favor.

Ahora no pido repetir el esquema de la anterior elección del 2016 frente a Hillary Clinton, quien, sin mucho prestigio, logró tener casi tres millones de votos populares más, pero el republicano venció en los electorales, que es el que importa en el controvertido sistema electoral estadounidense,

El fracaso de Trump no estuvo en el racismo, ni la violencia, ni la discriminación de géneros, ni la libertad que ofreció al supremacismo blanco, sino en el mal trato a la pandemia del nuevo coronavirus, que convirtió a Estados Unidos en el centro mundial de la enfermedad.

Trump había pretendido demagógicamente aprovechar una espiral económica que comenzó a beneficiar a la nación desde el 2009, presentando logros como un desempleo de 3,8%, con lo cual estaba convenciendo a partidarios y detractores de que lo más válido era un presidente que, a pesar de la creciente desigualdad, beneficiaba la economía de la mayor parte de los estadounidenses.

La formación política de una persona solo interesada en el dinero no es muy grande, y los norteamericanos votan, como se dice vulgarmente, “por el bolsillo”, lo cual casi aseguraba la reelección de un mandatario que despreocupaba la salud, la educación y la de millones de vidas que se perdían dentro y fuera de la nación.

Pero fue mucho lo que provocó la pandemia, con la contracción de casi el 20% de la economía y 40 millones de desempleados, sin contar con la de más de 10 millones de personas infestadas y unas 220 000 muertes.

La gente apreció la importancia del voto y protagonizó la mayor asistencia a un proceso electoral en EE.UU., y así dio la victoria al demócrata Joe Biden, quien deberá asumir el 20 de enero entrante.

Quedaban atrás las barrabasadas de Donald Trump para justificar todo lo contrario de lo que está sucediendo en Estados Unidos, acerca del “virus chino”, echarle la culpa propia a Beijing, castigar con más sanciones a las naciones no gratas que sufren la pandemia y negarse a colaborar en ese sentido hasta con gobiernos aliados, en aras de defender su indefendible unilateralismo.

 

Cínico y mentiroso

El economista y profesor universitario Joseph Stiglitz, Premio Nobel de la Paz, ya había alertado sobre el cinismo y las mentiras de Trump para eludir la responsabilidad sobre el brote, al manifestarse por enésima totalmente en contra con la forma en que la administración ha tratado la pandemia.

“Se ha hecho todo mal. Se han tomado medidas muy reducidas, se han tomado las decisiones tarde y ese es el principal motivo del drama”, aseguró

Todos los modelos epidemiológicos plantearon algo parecido, al asumir que el virus rebrota cada que surjan demasiados portadores y forzará otro cierre de emergencia. Después, el ciclo se repite. En los modelos, las curvas de ascenso y descenso de muertes se ven como una hilera de dientes afilados.

Los modelos, no obstante, se contradicen con la realidad, al predecir que los repuntes son inevitables, aunque se queden cerrados los estadios, las iglesias, los teatros, los bares y los restaurantes, todos los que lleguen del extranjero cumplan cuarentenas de 14 días y los viajes nacionales se restrinjan rigurosamente para prevenir que áreas de alta intensidad reinfecten aquellas de baja intensidad.

Pero estos expertos tratan de evitar la debacle económica de la sociedad neoliberal, cuando ya se sabe que mientras más estrictas sean las restricciones, menores serán las muertes y más largos los periodos entre confinamientos.

Y es que en el mundo de la enfermedad el lema de Trump de Estados Unidos primero no es una estrategia viable

“Si el presidente Trump hubiera querido redoblar los esfuerzos de salud pública aquí, debería haber buscado medios para colaborar con China y dejar de lado los insultos”, afirmó Nicholas Mulder, historiador de economía en la Universidad Cornell.

Otro especialista, Osterholm, fue incluso más directo: “Si alienamos a los chinos con nuestra retórica, creo que volverán a mordernos”, dijo, y preguntó: “¿Qué pasa si crean la primera vacuna? Pueden elegir a quién vendérsela. ¿Somos los primeros de la lista? ¿Por qué lo seríamos?”.

Entretanto, desde Beijing, Iramsy Peraza dio por TeleSur la buena nueva: China apenas registra casos de coronavirus, hace días que no se producen muertes y ya las autoridades han puesto en marcha planes de reactivación económica en la segunda potencia mundial en ese renglón, que será la única que tendrá tasa de crecimiento este año.

“La mayor conclusión es que China demostró que se puede alterar el curso del brote. Normalmente, un brote de esta naturaleza crece exponencialmente, alcanza un máximo y luego disminuye naturalmente una vez que todas las personas susceptibles han sido infectadas o desarrollan la enfermedad,” expresó la Organización Mundial de la Salud, a lo que añadió que “la gran lección es que no necesariamente un brote debe alcanzar un máximo natural que desborde los sistemas de salud.”

La respuesta del hoy derrotado presidente no se hizo esperar: rompió con la OMS, acusándola de prochina, y retiró los recursos que otorgaba a la importante institución.

Comentarios