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Conteniendo el tsunami terrorista

9 de junio de 2016

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Más de 400 cadáveres encontrados en una fosa común por soldados iraquíes que están a punto de expulsar de Faluya al Estado Islámico (EI) revelan las diferentes facetas que tiene el terrorismo, que va desde la cruda barbarie hasta el asedio y sufrimiento infligido a víctimas que son ignoradas en su dolor por los medios de información controlados mayormente por Occidente.
En este contexto se enmaran los nuevos y recientes bombardeos de la aviación turca a los kurdos sirios, cuando se comprometió a hacerlo contra sus presuntamente ex protegidos del EI, sin que en Internet se cuelgue alguna imagen al respecto.
Los kurdos desempeñan un papel esencial en la lucha contra la organización terrorista. Los militares de la Región Autónoma del Kurdistán iraquí recuperaron una parte considerable de su territorio ocupado por el El y anunciaron que aspiran a convertir el citado territorio en un Estado independiente, “aunque EE.UU. no lo acepte”.
Merece especial atención la participación de las mujeres en las filas kurdas. Y es que los milicianos del Estado Islámico creen que si mueren en combate a manos de una mujer, sus almas arderán en el infierno, al contrario de lo que sucedería si caen a manos de un hombre.
Por eso, ahora que se recuerda al más de un millón, quizás cuatro millones, de iraquíes muertos, heridos y desaparecidos por la agresión, invasión y ocupación de Estados Unidos, hace bueno, omnipresente, conocer que Rusia considera como uno de sus dos principales enemigos (uno es el despliegue de antimisiles norteamericanos cerca de sus fronteras) al EI, sin dudas un engendro terrorista creado por las inteligencias occidentales y armado por los aliados del Imperio, principalmente Israel, al que nunca ataca y responde vesánicamente ante sus enemigos.
El EI no es la única organización terrorista, porque hay otras además de sus filiales. Pero, cuando averiguamos sus raíces, siempre, como señalamos antes, se emparienta con Occidente e incluso muchos de sus miembros, excepto sus jefes, no saben que trabajan en ocasiones para quienes creen combatir, el imperialismo norteamericano.
No obstante esta expansión terrorista contra Siria, el ejército de este país, ayudado por la aviación rusa, volvió a asestarle fuertes golpes, liberando nuevas localidades y logrado que pobladores de algunas de estas colaboren activamente en la lucha contra el EI.
No ocurre lo mismo en África, donde la explotación de Occidental y los complots que fraguó para satisfacer sus intereses, han contribuido a que gran parte del continente esté sin control y sujeto a deseos de una amalgama de organizaciones, que exhiben desde un sospechoso patriotismo, hasta el lucro personal, en un contexto mafioso. Cuando hace unos meses, los yihadistas actuaron por primera vez en Burkina Faso -un país que habían respetado hasta ahora como terreno neutral-, porque su anterior presidente, el depuesto dictador Blaise Campaoré, ya no podría ejercer función de mediador entre los grupos terroristas y los países occidentales, previo pago de suculentas comisiones y a cambio de que no atentaran en su territorio.
Los principales dirigentes africanos han alertado en numerosas ocasiones de la expansión del yihadismo radical por el continente, teniendo como principales focos el Sahel, el norte de Nigeria, Somalia y el sur de Libia. La intensa actividad de grupos terroristas como Al Murabitún, Boko Haram o Al Shabab es su cara más visible, pero en muchas ciudades como Bamako, Nuakchot o Niamey se puede constatar la expansión de una interpretación radical del islam ajena a la religiosidad tradicional africana.
Estas nuevas corrientes, identificadas con el wahabismo (que preconiza Arabia Saudita), suponen una seria amenaza para la seguridad que ha llegado incluso hasta Senegal, donde han sido detenidos decenas de predicadores por “exaltación de la violencia”.
Violencia que tiene su raíz en la nefasta presencia occidental y en la intervención por doquier de Estados Unidos, el principal sembrador de las semillas que hacen germinar y expandirse al terrorismo, al que algunos gobiernos progresistas y la solidaridad internacional van conteniendo en algunas partes del mundo.

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