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Confesiones de un “criminal de guerra”

14 de enero de 2015

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Aunque el gran auge de los drones o aviones no tripulados se deba a que se evitan pérdidas de vidas por parte de quienes lo usan; para nada son pacíficas palomitas y en casi todos los casos su presencia revela hechos de sangre donde las víctimas en su mayoría son niños, mujeres y ancianos.
“Sí, soy un criminal de guerra. Después de haberme informado y leído mucho, esa es la conclusión a la que he llegado. En Estados Unidos me consideran un traidor, mientras que en otros lugares me apoyan por confesar estas verdades”, explicó Brandon Bryant, ex piloto al servicio de la CIA, tras narrar a la prensa que es responsable de la muerte directa de 13 personas y formar parte de un escuadrón que asesinó a no menos de 1 636.
Alejandro Ávila, del diario Andalucía, publicó las revelaciones de Bryant, que enumera a países como Irak, Afganistán, Yemen, Somalia y Pakistán, donde los drones han dejado caer sus misiles y bombas.
La labor de este y otros muchos militares especializados en drones es la de apretar un botoncito desde el centro de mando instalado en una base militar en territorio norteamericano a más de 10 000 kilómetros de distancia.
En sus declaraciones, el ex piloto señaló que hay mucha gente a la que le encantaría juzgarlo como un criminal de guerra, pero “yo sólo soy una pequeña parte del engranaje, así que habría que llevar a muchos a juicio. En cualquier caso, yo no me opondría a que me llevaran ante un tribunal internacional”.
En cuanto a la diferencia entre matar desde aviones cazas de guerra o con drones, dijo que “no hay diferencia, en los dos casos estás matando personas. Hay quien pone excusas y dice que es mejor matar con un drone que con un caza, pero la verdad es que sólo justifican el asesinato de personas al decir que matar a alguien está bien si lo haces con tecnología avanzada”.
A una pregunta de por qué decidió entrar en el ejército de Estados Unidos, aseguró que lo hizo porque le prometieron pagar sus estudios universitarios.
Luego de manifestar tener un gran estrés, explicó que se sentía “acechado por los espíritus de las personas que he matado. Literalmente, hay un ejército de fantasmas en esta habitación acechándome hasta la muerte”.
Recuerda aquel día en que desde su puesto observó una casa plana con un establo para las cabras. Cuando llega la orden de hacer fuego, Brandon aprieta un botón con la mano izquierda […] El drone lanza un misil tipo Hellfire. Quedan aún seis segundos antes del impacto. “Los segundos pasan lentamente” precisa. Aún entonces puede detener el misil. Tres segundos, Brandon observa hasta el más pequeño pixel en la pantalla. De repente un niño pequeño que corre en uno de los ángulos de la casa […] Brandon ve un resplandor en la pantalla, la explosión. Caen pedazos de la construcción. El niño ha desaparecido. Brandon tiene el estómago hecho un nudo.
“¿Acabamos de matar un chiquillo? Pregunta al colega que está sentado a su lado. “Creo que era un chiquillo” le responde el piloto.
Interviene entonces alguien a quien no conocen, alguien que se encuentra en alguna parte, en un puesto de comando del ejército que ha seguido el ataque: “No, era un perro”, le dijo.
¿Cómo es ahora su vida?, preguntan al ex piloto quien asegura que “nunca volveré a tener una vida feliz. En realidad es probable que mi vida acabe de una manera trágica, pero está bien que sea así. Es una lección para otros, para que aprendan lo que es correcto y lo que no”.

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