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Con todas las armas

18 de octubre de 2017

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Que con el controvertido y no por caricaturesco deja de ser peligroso Donald Trump Estados Unidos blande las armas de la guerra por todas partes, amenazando con un holocausto nuclear, no significa de manera alguna el abandono del arma económica para lograr sus deseos so pena de hacer pasar todas las vicisitudes posibles a sus víctimas.

Cierto que este tipo de agresión no surtió efecto con Cuba como ahora fracasa en Venezuela, pero el Imperio utiliza a sus correveididles para imponer sanciones a diestra y siniestro, lo que significa que este aspecto de la lucha se hace por intermediarios, sobretodo cuando es contra Rusia, porque una confrontación directa significaría una derrota mutua.

Se dice que el dinero es el nervio de la guerra, por lo cual la estrategia es agotar económicamente a los adversarios, y el arma es la diplomacia económica.

Así se comenzó a conspirar contra Rusia, cuando Putin propuso compartir con Europa la creación de una entidad económica desde Lisboa a Vladivostok, lo que significaba que el dólar dejaría de ser el protagonista. Ello beneficiaría al denominado Viejo Continente, pero como sería muy bueno para los pueblos, no fue bien visto para su clase política, que desde hace mucho obedece a los intereses de Estados Unidos. De ahí que colaboró con el golpe de estado en Kiev, que desestabilizó a Ucrania, su vecina, y puso en riesgo su más segura conexión energética.

EE.UU. tomó el relevo de Gran Bretaña en servir a los mismos intereses financieros y heredó la política de sembrar conflictos, que justifiquen bases e invasiones en todas partes.

A ello se une la política norteamericana que llevó a los excesos cometidos con la emisión desaforada de dólares inorgánicos que alimentaron el alza de los valores en la bolsa y desvincularon el sector financiero del resto de la economía que muestra indicadores negativos.

Antes, y ahora con Trump, el arma económica del dólar mantiene su papel de moneda excepcional e imprescindible, porque su uso es un tributo mundial que se paga a Estados Unidos

No obstante, la política chovinista, excepcionalmente nacionalista del actual mandatario no comulga con los intereses mundiales de las corporaciones transnacionales en acuerdos ambiciosos negociados en secreto: el Trans-Pacific Partnershp (TPP) y el Trans-Atlantic Trade and Investment Partnership, que excluyen respectivamente a China y Rusia.

Pienso que no fueron acertados Trump y quienes le apoyan cuando desbarran contra esos tratados a todas luces ventajosos para EE.UU., porque establecen condiciones en las que, si lo desea, el establishment dominante las soslaya, no las cumple, algo que ya ha estado sucediendo en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte con Canadá y México, cuestionado por el mandatario, alegando pérdidas económicas, pero sin mencionar los enormes beneficios que le ha sacado.

Este y los acuerdos en los que tiene que ver Estados Unidos presentan la desventaja que impone el neoliberalismo como única política económica para los pueblos, mientras multiplica las ganancias de las grandes empresas internacionales.

En su lucha por prolongar su hegemonía, Estados Unidos cuenta con una gran fuerza militar, pero hay adversarios a quienes no se les puede aplicar. Como potencia tiene un punto débil, y es el dólar, imprescindible para mantener su arsenal y vulnerable por la falta de respaldo de un valor real y el gran cúmulo de deudas.

Por lo demás, aunque siempre nos fijamos en el arma de la guerra y el peligro nuclear al que nos aproxima Trump, no se debe dejar de prestar atención a la diplomacia económica, porque su incidencia en la política internacional es real, concreta y terminante.

Y es que todavía es el arma principal de la guerra en curso.

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