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Con o sin mafia (I)

16 de abril de 2014

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Virtudes y defectos
Muchos tienen que haber pasado por esos momentos en que descubre que el personaje o talento que admiraba no era tan virtuoso como podía parecer, así como que sus defectos, reales o no, eran alimentados por detractores presuntamente bien documentados o, simplemente, repetían “lo que habían leído u oído decir”.

En ello influye en contra andanzas con elementos negativos de la política y del quehacer de una sociedad, en este caso del que me ocupo, de la norteamericana, donde el cantante Frank Sinatra nació, vivió y falleció el 14 de mayo de 1998, a la edad de 82 años en medio de un clima no propicio para el buen vivir y del que nunca tuvo realmente fuerza para rechazar, como el de la mafia.

“Perdonar” a Sinatra pudiera ser realmente fácil si, a pesar de la barrera de un idioma que antes no manejaba, uno es admirador de su voz, de la forma de su interpretación y la naturalidad de un decir que no conoció estudio, comparable solo a nuestro Benny Moré.

Si se puede admirar a Nat King Cole por la claridad de su pronunciación, más de un autor coincide en que en Sinatra domina su cuidada precisión en el fraseo y una voz próxima a la del barítono, con una capacidad interpretativa para transmitir las emociones y sentimientos implícitos en las letras de las canciones.

Pudiera poner dos de los muchos ejemplos al efecto: la sencilla Fly me to the Moon (Llévame contigo a la Luna) y la más compleja My way (A mi manera), que luego odió, no sé porqué.

A Sinatra se le reconoce el haber sido el primer cantante que hizo un uso consciente de los medios de amplificación, con el objetivo de situar su voz por encima del sonido de la orquesta (dominadora de la música popular estadounidense de principios del siglo XX), y para aproximarla a la intimidad del oído del oyente.

En el panorama musical norteamericano no creo que muchos lo hayan podio superar en lo que se refiere al timbre de voz masculina. Además de su incomparable talento musical también triunfó en el mundo del cine, llegando a conseguir un Oscar por su papel en De aquí a la eternidad. A lo largo de su carrera profesional, grabó más de 1 300 canciones y participó en más de 50 películas. Recibió multitud de premios y homenajes, entre los que se cuentan diez Grammys, el Premio de la Academia de Artes y Ciencias de la Grabación y la Medalla de la Libertad del gobierno estadounidense.

ES O NO ES

Para una persona que se considera netamente revolucionaria, marxista-leninista, por añadidura, le choca que se juzgue a priori, sin tener en cuenta las circunstancias y el modo de vida al que no se supo sustraer, como fue el caso de Sinatra. Veamos algunas de esas acusaciones en su contra:

“Un mafioso que todo lo consiguió gracias a la mafia”,”Cómplice en un presunto intento de asesinato contra el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro “, “Abusador contra las mujeres y golpizas a los más débiles”, etcétera.

De los 16 documentos que leí referentes al cantante, apenas dos le dan relevancia y mérito en lo personal, aunque todos coinciden en admitir-¡Qué remedio!- su alta calidad artística.

Sinatra nunca reparó en las cualidades de sus amigos, si él los consideraba así. Haber nacido en la zona más italiana de New Jersey (Hoboken), llevar un apellido puramente siciliano que acabara en vocal y dedicarse al canto, no pasó desapercibido en una sociedad norteamericana cada vez más afectada por el crimen organizado y por un odio contra todo lo que sonara a italiano. Si tenemos en cuenta, además, que tenía una acusada falta de criterio a la hora de elegir las amistades desde pequeño, posteriormente mezcladas con los bajos fondos, se puede llegar a entender la relación que se estableció entre el cantante y la Cosa Nostra.

En infinidad de ocasiones nos han impactado esas películas y series –algunas de calidad- que aun exhibe nuestra televisión en el que se pondera o se permite y hasta se ensalza a ladrones, asesinos y burladores de todo tipo de la ley. Pues imagínense en la época de Sinatra, en la que todo italoamericano nacido en los suburbios admiraba a jefes mafiosos que actuaban falsamente al estilo de Robin Hood.

En enero de 1947, Joe Fischetti, amigo de la infancia y vecino de Hoboken, propuso a Frank conocer en persona a Charles “Lucky” Luciano, a quien admiraba por cosechar tanto poder. Pero para Fischetti la vida había evolucionado de manera diferente a la de Sinatra. Así como su amigo destacaba como cantante, Joe era cuñado y por tanto heredero de la fortuna de Al Capone.

Fischetti propuso a la familia Sinatra (Frank y Nancy) pasar unas vacaciones en Miami y, de paso, visitar a Luciano quien, a sus 39 años, estaba pasando una larga temporada exiliado en La Habana.

Por aquella época Luciano estaba preparando un encuentro entre los líderes del hampa para que lo nombraran jefe de todos los jefes. La reunión tendría lugar en la planta de la azotea del Hotel Nacional. El propio Fischetti reconoció que Sinatra no estaba consciente de que iba asistir a una convención del hampa.

En su autobiografía, Lucky Luciano explica: “Si alguien hacía preguntas, había un motivo perfectamente legal para justificar el encuentro: se trataba de rendir homenaje a un joven italiano de Nueva Jersey llamado Frank Sinatra, el cantante que se había convertido en el ídolo de las adolescentes de todo el país”.

(Continuará)

 

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