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Colonia en quiebra

2 de junio de 2015

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Desde que en 1898 Estados Unidos arrebató a España la isla de Puerto Rico, convirtiéndola en su colonia bajo diversas modalidades, ha sido evidente y sostenido su propósito de exhibir a esa posesión como una especie de “joya de la corona” ante los demás países de América Latina y, sobre todo, del Caribe.

Washington ha aspirado siempre a que los vecinos del infortunado Puerto Rico miren hacia ese territorio colonial con una mezcla de envidia y ansiedad, soñando con las supuestas bondades que brinda ser absolutamente dependiente del gobierno estadounidense bajo el falaz marbete de “estado libre asociado”, concebido en la década de los 40 para encubrir la verdadera esencia de la dominación.

No olvidar que el fin de la Segunda Guerra Mundial y el surgimiento de la Organización de Naciones Unidas dio lugar por aquel entonces a una amplia ola de descolonización, particularmente en África y Asia, donde las viejas potencias europeas se vieron obligadas -al menos formalmente-, a renunciar a sus posesiones coloniales y a admitir que decenas de nuevas naciones accedieran a la independencia.

Desde que terminó la guerra y quedó aprobada la Carta de las Naciones Unidas se vislumbraba que no otra sería la cercana realidad en cuanto al vasto mundo colonial, iniciándose un proceso que tuvo su mayor expresión en 1960, conocido como Año de África.

El imperialismo norteamericano maniobró con rapidez ante la posibilidad de quedarse prácticamente como la única metrópoli colonial del mundo, -mientras se llenaba la boca hablando de democracia, libertad, derechos humanos y otros temas semejantes,- engendrando el antes mencionado status de “estado libre asociado” que enmascaró la anexión y, a la vez, evitó la independencia.

Mientras la campaña imperialista a favor del status colonial de Puerto Rico lleva más de un siglo, muchos se sorprenderán con la noticia de que tras diez años de recesión, el nuevo presupuesto que comienza el 1ro. de julio contempla un brutal recorte del gasto de 674 millones de dólares, incluyendo el cierre de un centenar de escuelas, agencias públicas, cancelación de contratos, cortes de pensiones, cesantías de personal y otras calamidades todas juntas.

Según los funcionarios coloniales que hicieron el anuncio, este año fiscal se recaudarán 130 millones de dólares menos de lo previsto, Puerto Rico tiene cerradas las puertas de los mercados financieros, por lo que no puede seguir pidiendo prestado, a pesar de que una deuda de 73 mil millones de dólares asfixia ya las cuentas públicas.

La agencia estadounidense de calificación Moody•s presagia un desastre financiero, incapaz de cubrir la financiación pendiente, otorgando a la isla colonial la más baja calificación, conocida como “Chatarra” para su desesperada situación.

Como vemos, la otrora vitrina colonial puertorriqueña se derrumba ante la mirada impávida de la metrópoli yanqui, para desgracia, desesperación e incertidumbre de los boricuas.

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