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Coincidencia deplorable

12 de julio de 2021

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En Haití, la más empobrecida nación del Caribe, una apuesta por la muerte acabó con la vida del presidente de ese país, Jovenel Moïse.

Un día después del magnicidio, las autoridades informaban la detención de 26 mercenarios colombianos vinculados con la acción armada.

En Bogotá, el propio director de la Policía Nacional, Jorge Luis Vargas, informó oficialmente que 4 empresas colombianas habían reclutado a los mercenarios, presuntos asesinos del mandatario haitiano.

El oficial, que señaló que por reserva sumarial no puede revelar los nombres de esas empresas, dijo que la investigación se realiza con la colaboración de la Superintendencia de Seguridad y Vigilancia Privada y con las Cámaras de Comercio del país, en las cuales dichas compañías están registradas.

Se considera que la participación de mercenarios colombianos en el magnicidio deja expuesta una realidad que ha tenido suelo fértil en Colombia en los últimos años.

No puede obviarse que como parte del Plan Colombia, impulsado por los gobiernos de Estados Unidos en supuesta batalla contra el incremento del narcotráfico en el país sudamericano y la región toda, muchos militares colombianos han recibido asesoramiento en labores de inteligencia y contrainsurgencia por parte del Pentágono y la CIA, y han montado todo un engranaje militar que amplía sus tentáculos más allá de su objetivo inicial.

Hoy en día, cientos de esos militares preparados por Estados Unidos, han preferido vender sus servicios como sicarios, lo mismo para atacar a la vecina Venezuela que para involucrarse en el magnicidio ocurrido en Haití, entre otros.

Muchos, incluso, se retiran del servicio activo, siendo aún jóvenes, y prefieren reclutarse como mercenarios, con jugosas ganancias, de acuerdo a la operación a la que se comprometan.

Así se ha constatado en las incursiones realizadas desde Colombia  contra territorio venezolano, y las confesiones de jefes y mercenarios de nacionalidad colombiana, involucrados en ellas, y que guardan prisión por los actos terroristas que han  perpetrado.

Así se ha hecho público el caso de Manuel Antonio Grosso Guarín, militar retirado del Ejército colombiano capturado por la Policía Nacional de Haití por el asesinato de Moïse.

Grosso Guarín, oriundo del departamento de Boyacá, de 41 años, tiene formación en actividades de comando especial, con capacidad y entrenamiento en infiltración y experto de las Fuerzas Especiales Antiterroristas Urbanas —unidad de élite del Ejército Nacional de Colombia.

Como coincidencia deplorable, este sábado se informó desde Caracas, Venezuela, la captura de un grupo de terroristas, entre ellos varios colombianos, y una enorme variedad de armas de fabricación estadounidense.

En este caso, las Fuerzas Armadas Bolivarianas y demás instituciones de la seguridad y el orden público, siguen persiguiendo a varios mercenarios de la nación vecina, que forman parte de estos grupos terroristas que pretenden desestabilizar el país.

Y no podía faltar, el vínculo  directo de tales personajes y sus pretensiosos planes, con las figuras de Leopoldo López y Juan Guaidó, de conocida trayectoria terrorista y apoyo financiero y diplomático por parte de los gobiernos de Estados Unidos, y con estrecha relación con las actuales autoridades colombianas.

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