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Cínicas repeticiones

23 de septiembre de 2013

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La noticia aparecida en nuestra prensa era muy sencilla, apenas de cuatro párrafos y un título que dice: Obama prorrogó otro año sanciones comerciales contra Cuba.

Son cínicas repeticiones por parte de un mandatario que ha defraudado al mundo por su ejecutoria al servicio de los peores sectores de Estados Unidos.

Apenas unas semanas antes había leído en el “Nuevo Herald” que “Washington no tiene planes de quitar a Cuba de la lista de gobiernos que apoyan al terrorismo”.

Recuerdo que estamos próximos a un nuevo debate en la Asamblea General de la ONU sobre el tema del bloqueo norteamericano contra nuestro país y que, año tras año, esa misma Asamblea, de forma casi unánime (excepto el voto de Estados Unidos, Israel y de uno u otro pequeño país que levanta la mano a favor a cambio de algunos miles de dólares), acuerda exigir a Washington el cese de esas injustas e ilegales sanciones empeñadas en rendir por hambre a un pueblo que ha sabido y sabrá resistir.

La decisión de Obama —ahora muy ocupado en la “noble” tarea de desatar una nueva guerra— es evidencia de una política gastada y desprestigiada, pero seguida y hasta fortalecida, para cumplir cabalmente con las exigencias de los sectores más reaccionarios dentro del Congreso norteamericano.

El criminal bloqueo se aplica con toda fuerza desde el año 1961 y ha sido endurecido con posterioridad en los años 1992 y 1996 mediante las leyes Torricelli y Helms Burton, convirtiéndolo en un asunto de incumbencia extraterritorial.

En cuanto a la inclusión en la lista de países promotores del terrorismo, la falacia es tal que hasta muchos diplomáticos estadounidenses han llegado a la conclusión de que debía sacarse a Cuba de esa relación, de acuerdo con reportes del periódico The Boston Globe.

En un estudio del Servicio Congresual de Investigaciones (CRS) se dice que “técnicamente, lo mismo el Presidente de EEUU que el Congreso pueden sacar a un país de la lista”.

Lo más cínico de la existencia de esas listas y que aparezcan en ella países como Cuba, es que quien las hace es el gobierno de Estados Unidos, el mismo que aplica el terrorismo de estado para atacar e invadir naciones, el que permite los vuelos espías, que secuestra a ciudadanos por apariencia árabe y los lleva hasta verdaderos campos de concentración como la cárcel de la ilegal base de Guantánamo, el gobierno que manda a sus aviones sin piloto (Drones) a ametrallar lejanos parajes y matar a poblaciones civiles incluyendo mujeres y niños.

Simplemente Cuba está en esa lista porque es un país que resiste al bloqueo, que es soberana e independiente y no se somete a ninguna de las políticas de chantaje y presión que han venido de una buena cantidad de administraciones —republicanas y demócratas— de las que se han instalado en la Casa Blanca en los últimos cincuenta años.

Un reciente reporte de la BBC, escrito por su corresponsal en la capital cubana, dice en sus primeros párrafos: “En vano esperé que el presidente Obama anunciara la autorización para que los estadounidenses puedan viajar libremente a Cuba. La medida sería una respuesta adecuada a la apertura migratoria masiva decretada por La Habana a partir del pasado 14 de enero”.

“Se convertiría en una buena noticia porque marcaría el inicio de intentos serios de acercamiento. No sería una mala política probar la táctica de dar pasos simultáneos, sobre todo porque ya se ha demostrado que exigírselo solo a una parte no funciona”.

Vale recordar también la información aparecida en el sitio digital Cubaminrex que señala que “la Oficina de Auditoria del Gobierno de EE.UU. (GAO) publicó un informe sobre la aplicación de los programas subversivos contra Cuba por parte de la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID) y el Departamento de Estado. En el mismo se describe cómo ambos han empleado los fondos destinados a promover el derrocamiento del gobierno cubano durante los años de 1996 al 2011. Resalta el monto total dedicado por esas agencias a “promover la democracia en Cuba”, el cual ascendió a 205 millones de dólares. De estos, el 87% fue gastado desde el 2004, o sea, los ocho años comprendidos entre el segundo gobierno de George W. Bush y el primero de Obama.

No están incluidos en esos 205 millones de dólares, los fondos que ha dedicado EE.UU. a financiar las transmisiones subversivas e ilegales hacia Cuba de las emisoras Radio Martí y TV Martí pertenecientes al gobierno estadounidense, ascendentes a unos 30 millones de dólares anuales.

La postergación de las medidas del bloqueo contra Cuba firmada por el propio Obama en estos días, no es más que la cínica repetición de una política caduca y que jamás doblegará al pueblo cubano ni derrocará a su invicta Revolución.

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