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China, el yuan y el futuro europeo

11 de octubre de 2014

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Mucho se habla del vertiginoso desarrollo que está alcanzando China y, fundamentalmente, como sus productos van penetrando, cada vez en mayor medida, en mercados que otrora estaban copados por productos norteamericanos, japoneses o de algunos países europeos.
Hoy, cuando se habla de potencia económica, todas las miradas se dirigen a China y los pronósticos indican que, dentro de algunos pocos años, será la primera economía mundial, pedestal ocupado por Estados Unidos desde que el capitalismo desarrollado irrumpió en el mundo.
Por supuesto, el desarrollo chino para nada se puede comparar con el de los grandes estados occidentales. Estos últimos expoliaron a colonias en África, Asia y América Latina y luego que estas se liberaron de las metrópolis, un neocolonialismo feroz que llega hasta nuestros días, todavía impacta en naciones subyugadas por transnacionales al servicio de las potencias.
Del dólar, qué decir, fue la moneda acuñada como patrón mundial y ha llegado a imprimirse en grandes cantidades sin respaldo en oro, pero sí en comercio, armas y guerras.
Hoy, a la par que China se desarrolla y copa muchas áreas del mercado internacional, los estados capitalistas sufren severas crisis sistémicas que han puesto en jaque hasta el valor mismo de la moneda principal en toda transacción económica.
Hace apenas una semana, una noticia fechada en Londres, advertía sobre el auge de la moneda china, el yuan, ya que el pasado 30 de septiembre comenzaron los intercambios directos de euros (la moneda europea) contra yuanes, la moneda china.
La información se refería con optimismo a que este paso llevará a la eliminación paulatina del dólar estadounidense en el comercio bilateral.
A esta altura es Europa Occidental el segundo socio comercial de China. Para especialistas del tema, el prestigio e influencia del yuan ha aumentado en el mercado monetario internacional y esa moneda debe ser tenida en cuenta en la política económica de todos los países.
Esta realidad ha llevado a que numerosas naciones del Viejo Continente buscan ahora crear reservas en yuanes e intercambiar euros por esa moneda china directamente.
El yuan se convirtió el pasado año en la segunda divisa en pagos internacionales después del dólar y por encima del euro.
Según algunos despachos de prensa fechados en Alemania, el inicio de las negociaciones de valores en yuanes en la Bolsa de Frankfurt sirvió para incrementar el peso de la moneda china, aspecto que se refleja en la gran demanda de títulos valorados en más de 1 000 millones de yuanes, lo que sobrepasó la oferta en dicha Bolsa europea.
Este mismo año, durante una visita del presidente chino Xi Jinping a Alemania, el Bundesbank y el Banco Popular de China firmaron un acuerdo que convierte a Frankfurt en la segunda puerta de introducción del yuan en Europa, después de Londres.
Un aspecto medular en estos pasos económicos es que la conversión directa entre yuanes y euros permitirá a las compañías chinas y europeas rebajar los costes derivados de la conversión monetaria, aspecto que se eleva al utilizarse una moneda interpuesta como es el dólar.
Se habla, incluso, de la posible absorción de empresas europeas por importantes compañías chinas, tendencia que gana en amplitud debido a la persistente crisis que vive Europa, como por ejemplo en las ramas de la siderurgia, automovilística, electrónica y la industria ligera, que no pueden competir con las de otras partes y podrían aceptar la disyuntiva de vender sus activos a grandes empresas chinas.
De esta forma, el desarrollo chino y la importancia de su moneda, es una realidad presente que ya empieza a imponerse en el comercio y la vida económica europea y mundial.

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