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China desmiente a Trump

5 de octubre de 2020

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El tratamiento exitoso por China de la pandemia del nuevo coronavirus demuestra que el mal se puede parar al tiempo que hay toda una estrategiapara que no se vuelva a expandir, peligro que siempre está al acecho, por muchas precauciones que se tomen.
Todos conocemos las diatribas del presidente norteamericano, Donald Trump, contra China, acusándola de propagar el mal, así como de “comprar” a la Organización Mundial de la Salud (OMC), con el fin de justificar su injustificable política de retirarse de la entidad y suprimir fondos en los momentos que el mal se sigue propagando y el propio Estados Unidos es el epicentro de la infección y muerte en el mundo.
Aunque es un ejemplo recurrente casi nada se dice que el primer contagio conocido, en la ciudad de Wuhan, fue un viajeroprocedente de Estados Unidos.
La gente que no conoce China puede no conocer el nombre de Wuhan, la capital de la provincia de Hubei, un gran centro de transporte, la ciudad más grande del centro de China y con un gran número de camas de hospital y cuidados especializados; es muy rica y contribuye sustancialmente al PIB del país, es decir, no estamos hablando de un sistema de salud débil. Y aun así fue sobrepasada por la epidemia.
Las advertencias de la OMC al efectono fueron tomadas en cuenta por naciones donde predomina el capitalismo neoliberal, sistema que prefiere sacrificar las vidas antes que dejar de percibir ganancias.
Recordamos, y subrayamos, que, a finales de febrero, la OMS elevó la clasificación del riesgo a “muy alto”, no sólo para China, sino para el resto del mundo, lo que implicó que todos los países debían prepararse para una transmisión del mal en gran escala y, al mismo tiempo identificar cada caso para rastrearlo, garantizando lo más posible la disminución del contagio o incluso para evitar la llegada del virus a las comunidades.
Los suministros enviados por el Fondo de Población de la ONU llegaron el 26 de febrero a Wuhan, para su distribución en hospitales locales, logrando dar una lección a los países que no enfrentaron desde el inicio la pandemia, así como que no necesariamente un brote debe alcanzar un máximo natural que desborde los sistemas de salud.
De ello se deriva otra gran lección: la importancia de tener un sistema de salud pública muy sólido, como la propia China y Cuba.
EE.UU., con todo su poder económico, no ha podido evitar lo que su sistema de salud desigual hizo inevitable, por lo que Trump trató de justificar con mentiras su accionar, con la manida acusación a la OMS de favorecer a China.
En cuanto a la ejemplar relación OMS-China, la organización, en las tres primeras semanas, se centró en la investigación epidemiológica, en preguntar a los investigadores nacionales, buscar con redes de expertos cómo interpretar la información, en elaborar comunicaciones e información, advirtiendo el riesgo; en enviar el mensaje a los medios de comunicación y en hablar con las agencias de la ONU y las misiones que tienen su base en Beijing.
Buscó información de la Comisión Nacional de Salud (CNS) en cuanto a la gravedad, transmisión e impacto de las medidas de control, para tener un panorama completo de lo que ocurría. En los primeros días el índice de mortalidad era alto.
Después de eso, el equipo de la OMS visitó Wuhan, antes del cierre de la ciudad, estuvo en un centro donde se estudiaba e investigaba a los pacientes, buscó medidas para limpiar el aeropuerto, discutió sobre la investigación epidemiológica y visitó también el laboratorio provincial de la CNS.
Desde entonces la OMS ha trabajado en la investigación de un plan de acción, la movilización de recursos para distribuir en todo el mundo kits de prueba y equipo de protección del personal de salud. Más recientemente, hubo una misión conjunta de 25 expertos, la mitad de ellos de China y la mitad de diversos países, que analizó la respuesta de China en Wuhan, Beijing, Guangdong y Sichuan.
De ahí la importancia de dar a conocer la experiencia de China y no encerrarse en una torre de marfil, que es lo que hace Trump, para desconocer el éxito de Beijing y la buena labor de la OMC.
En momentos de calma es muy fácil olvidar la inversión o subestimar la importancia de hacerlo en una fuerza de salud pública robusta, en planes de preparación sólidos, en capacidad de los laboratorios, en reservas de equipo de protección personal. Es una lección que todos los países deben entender para no tener que aprender cuando tienen enfrente una pandemia como esta.

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