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CELAC: una mirada más allá de la integración política

13 de junio de 2013

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La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) es una gran esperanza para América Latina, afirma Fander Falconí, secretario de Planificación y Desarrollo en el gabinete del presidente ecuatoriano Rafael Correa.
Claro que se trata de una agrupación muy joven, que nació en Caracas en diciembre de 2011, tras madurar y ganar aceptación una idea del entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
Por primera vez Latinoamérica y el Caribe se reunían en pleno sin la presencia ni el tutelaje de Estados Unidos para crear un espacio de integración regional.
Fuera quedaba el agotado panamericanismo que jamás representó los intereses de los pueblos de Nuestra América. La propia conformación de la CELAC fue la respuesta a la comprobada obsolescencia de la Organización de Estados Americanos, que siempre ha estado mediatizada por el poder hegemónico de Washington.
Luego de la Cumbre de Caracas, Santiago de Chile reunió a los mandatarios de la región para entregar la presidencia pro témpore a Cuba, en cuyo mandato se pretende la incorporación plena del Caribe insular.
Cerrar la brecha de la desigualdad, que hace a nuestra zona geográfica la más dispar en la distribución de la riqueza es otro de los objetivos de la presidencia cubana en esa comunidad de naciones.
Pero para todo ello debe llegar un momento en que la CELAC, sus miembros, deberán definir si será un espacio de diálogo y concertación política, que por si solo es importante, o mirará más allá.
Quizás habría que no demorar mucho el debate sobre otras aristas de la integración que resultan necesarias para los pueblos latinoamericanos y caribeños.
La complementaridad productiva de nuestras economías, integración agrícola, concertaciones en el terreno comercial, decisiones comunes respecto a mecanismos de arbitraje frente a conflictos con la inversión extranjera, son apenas algunos de esos ángulos a debatir.
También pudieran definirse marcos amplios sobre estrategia de desarrollo comunes, que acompañarían a tomas de decisiones en el terreno político que ya asoman, entre estas el reconocimiento y apoyo de CELAC a Nicolás Maduro, presidente constitucional elegido por el pueblo venezolano.
Otra decisión, como la condena a Estados Unidos por mantener a Cuba en una lista de presuntos países terroristas, indica la pertinencia de alcanzar acuerdos articuladores pese a las diferencias ideológicas y los enfoques económicos.
Sobre todo, porque los enemigos de las transformaciones y el cambio en el continente, y por ende, de la integración real de Latinoamérica, siempre tienen la posibilidad de rearmarse y hacer peligrar la nueva época en la región.
Y todavía más: Estados Unidos busca pasar a la contraofensiva para cambiar de signo el péndulo de la historia, con arremetidas en la patria de Bolívar y amenazas en la de Evo Morales, cual alerta de que la reacción no duerme, sino acecha.

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