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Carter, ¿la excepción?

25 de abril de 2014

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Los políticos del sistema imperial estadounidense, -incluido el presidente de la nación,- juguetean desde hace tiempo con la absurda idea de “la excepcionalidad de Estados Unidos”, como justificación y pretexto supuestamente divino que debe amparar el carácter agresivo, intervencionista y belicoso de ese Imperio, siempre dispuesto a imponer sus designios más allá de sus fronteras.

Recientemente, sin embargo, James Carter, uno de los ex presidentes que aún pervive, ha suscrito afirmaciones que echan por tierra esa demencial e insensata teoría, durante la entrevista que concedió al periódico Salón, con motivo de la aparición de su nuevo libro “Llamada a la acción”

Vale decir que entre los muchos ex presidentes estadounidenses, legisladores, gobernadores y la pléyade de políticos de ambos partidos que han ocupado las posiciones de poder en la más  que bicentenaria Unión, es James Carter precisamente una de las excepciones que al cabo de los años puede pasearse por el mundo con un halo de prestigio y honestidad generalmente reconocidos.

Hasta quienes le adversaron con fuerza durante su mandato o fueron víctimas entonces de la invariable naturaleza imperial, admiten hoy estas características que, de una forma u otra, mostró el mandatario durante su único período de ejercicio.

Tal vez por eso es capaz de analizar valientemente y sin vacilación el papel actual de Estados Unidos y declarar en esa entrevista: “El resto del mundo casi por unanimidad ve a Estados Unidos como el belicista número uno. Volvemos a los conflictos armados casi en un abrir y cerrar de ojos, y muy a menudo son deseados no solo por los líderes de nuestro país, sino que también son apoyados por el pueblo estadounidense”

Añadió Carter que los gobiernos de Washington muy rara vez reconocen las pérdidas y el sufrimiento que provocan esa proclamada “excepcionalidad estadounidense” y ese supuesto deber de “llevar su gran democracia al resto del mundo”.

Aludiendo a la situación interna del país, hizo referencia a que en estos momentos hay en las prisiones estadounidenses 7,5 veces más personas que en 1981, -cuando concluyó su mandato,- y lo calificó como un paso atrás en los propósitos que deben hacerse para reincorporar a la vida social a la mayor cantidad posible de ciudadanos.

Al poner en entredicho la supuesta “excepcionalidad” del Imperio yanqui, utilizada frecuentemente para encubrir sus agresiones y fechorías, el ex presidente Carter está dando él mismo un ejemplo de verdadera excepcionalidad en este caso, cuando se erige en uno de los pocos políticos estadounidenses capaces de enjuiciar críticamente esos crímenes.

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