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Capitalismo, pandemia y vacuna

26 de febrero de 2021

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La devastadora pandemia del coronavirus Sarcov 2 (Covid-19) ha estremecido al mundo desde hace más de un año y se muestra aun más agresiva y letal de lo que fueron algunas de sus antecesoras más graves en épocas pasadas, como la fiebre amarilla o la peste.

Obviamente, una pandemia de tal magnitud y alcance, que ha involucrado de una u otra forma a más de 180 países -según la Organización Mundial de la Salud (OMS)-, no podía dejar de tener las más sensibles consecuencias en campos esenciales para la vida humana y la sociedad, como son la economía, el comercio, el empleo, las inversiones y otros renglones que atañen a la existencia material, pero también las ha tenido en cuento a la esfera espiritual, la ética y la moral, el mundo de los conocimientos, la enseñanza y el pensamiento.

En fin, puede afirmarse que en todas las actividades y en todas las regiones del mundo, aun en las que pensaban estar a salvo ya de este tipo de desastres, se hizo presente la pandemia.

Importa destacar, sin embargo, que la pandemia actual ha tenido como escenario y telón de fondo al orden económico capitalista generalizado en su variante neoliberal, que sin dudas contribuyó a crear las condiciones para su surgimiento y dispersión y ahora dificulta e impide una estrategia común y coordinada para enfrentarla y llevarla, al menos, a niveles razonables que permitan a la humanidad convivir con semejante flagelo.

Consecuencia de esa situación de desigualdad e injusticia creada por el sistema capitalista mundial -hoy exacerbada por la antes mencionada variante neoliberal-, es el conflicto surgido alrededor de la distribución y aplicación de las vacunas anticovid-19 que finalmente han ido apareciendo a partir del arduo trabajo de los científicos, a quienes no siempre movió el afán de lucro, la codicia y el oportunismo por aprovechar la urgente necesidad ese antídoto.

Son los grandes consorcios farmacéuticos del capitalismo neoliberal los que se afilan los dientes para llevarse la gran mascada y se niegan en la práctica a considerar la vacuna como un bien público -tal como han proclamado las Naciones Unidas-, que vaya más allá del afán de enriquecimiento y las utilidades asociadas al rumbo del capitalismo mundial en todos los terrenos.

En ese punto estamos. Y mientras ya hay países -como China o Rusia-, que están ejerciendo en la práctica el criterio humanista y generoso de considerar a sus vacunas como bien público en sus respectivos países y para la humanidad, los consorcios farmacéuticos implantados en la esfera más extrema del capitalismo mundial solo ven al importante descubrimiento científico como fuente de negocios al que, por supuesto, tendrán menor o ningún acceso los países y sociedades más pobres y vulnerables.

¿Será ese el fatal resultado de la coincidencia entre capitalismo y pandemia?

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