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Cansancio con Duque

4 de noviembre de 2019

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Una semana después de las elecciones regionales el panorama colombiano sigue igualmente envuelto en el asesinato de líderes sociales y ex combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionaras de Colombia, el pisoteo del Acuerdo de Paz firmado por el gobierno con las FARC, el incremento de las áreas de cultivo para la producción de cocaína y el ambiente matizado por los propios comicios que, pese al “manenguismo” político, arrojó un saldo desfavorable para el Centro Democrático (CD), el partido de gobierno, reconocido por su líder Álvaro Uribe, mentor y guía del presidente Iván Duque.

Fueron unos comicios en los que prevalecieron las denuncias de más de mil fraudes electorales y cerca de 50 municipios con graves problemas de seguridad, lo cual ayudó a los números que pretendía tener la parte oficial.

Perto ni así el CD pudo conquistar importantes plazas, porque fue más fuerte el voto de los jóvenes y de aquellos que lo hicieron por vez primera.

Cierto que otros oponentes fuertes a Duque no lograron importantes victorias, pero ello demostró el ansa de buscar algo nuevo que cambiara la actual situación, que lleva al enriquecimiento de la canalla adscripta al oficialismo, la oligarquía, los latifundistas y los entes manejados por el imperialismo norteamericano.

Para Duque el panorama no es nada bueno, principalmente en lo económico, porque la guerra comercial declarada por Trump contra China perjudica a empresarios que no están satisfechos con el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, además de que Venezuela era el segundo socio comercial de Colombia, y la población fronteriza lograba múltiples beneficios.

Ahora, también tendrá que preocuparse en lo político, al no lograr controlar las alcaldías de Bogotá, Medellín y otras importantes ciudades, conformándose con lugares menores, muchos de ellos logrados con fraudes, amenazas y otras triquiñuelas.

El experto en comunicación política Carlos Arias, gerente de la firma Estrategia y Poder, señala que la derrota electoral del uribismo se debe tomar como un campanazo de alerta para el gobierno: “Deben entender las transformaciones políticas y culturales que se están dando en el país. El liderazgo del propio senador Uribe viene de capa caída y así lo confirman los estudios de percepción. Y mientras eso ocurre, vemos fenómenos como un aumento en la participación de los jóvenes y quienes lo hacen por primera vez… Ellos reemplazaron el escenario de la plaza pública por las redes sociales para dar la discusión y eso puede explicar, por ejemplo, la derrota del uribismo en Medellín y el triunfo de Daniel Quintero”, un independiente. .

Así las cosas, estas elecciones le dejan al gobierno y a su partido varios mensajes. En términos de opinión, es claro que los colombianos salieron a expresar que algo en el Ejecutivo tiene que cambiar.

Las principales demandas sociales en la campaña electoral fueron el cambio del sistema de salud, la ampliación del presupuesto educativo, la modificación del régimen pensional y el desarrollo de la Reforma Rural Integral derivada de los Acuerdos de Paz.

Pero la elección de Duque de un gabinete tecnocrático y neoliberal supone que estos temas serán abordados desde la perspectiva de que esas demandas son servicios y no derechos de la ciudadanía, empeorando así las condiciones actuales del sistema de seguridad social y educación, mucho más para las comunidades rurales.

Asimismo, hay muchos colombianos que están inconformes con la probable participación de su país en la anunciada agresión a Venezuela, nunca desmentida por Duque, quien se siente respaldado por las nueve bases militares concedidas a Estados Unidos en el territorio nacional, bajo el pretexto de ayudar a obras de paz, como el combate a una droga que cada día es más abundante y se exporta abierta e impunemente al mayor consumidor en el mundo, Estados Unidos.

En ese mismo camino, Duque anunció el retiro de Colombia de UNASUR, bajo el pretexto de arrinconar a Venezuela. Lo cierto es que la constitución de ese proceso de integración regional nunca fue de buen recibo por los sectores de extrema derecha colombianos que, aprovechando el contexto regional, ratifican su obediencia a la doctrina panamericanista de EE.UU. La salida de Colombia de ese organismo es una profecía autocumplida de las derechas que miran hacia el Norte para tomar las decisiones nacionales.

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