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Cáncer neoliberal

6 de mayo de 2017

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Quizás no se vea mucha sangre de por medio, ni explosiones de bombas, ni edificios cayéndose uno tras otro, ni personas huyendo anárquicamente bajo la consigna del sálvese quien pueda, porque, realmente, no le hace falta a este tipo de terrorismo que se vincule con el Estado Islámico, ni la tenebrosa Ley Patriota dictada por Bush para agredir a naciones más pequeñas y espiar por doquier, incluidos aliados y ciudadanos norteamericanos, bajo el pretexto de los atentados a las Torres Gemelas neoyorquinas y elPentágono, aún no bien aclarados.

Es el terror que nace invisible de los papeles que crean los mecanismos en que se basa el poder de la banca y de los grupos económicos que dominan el mundo, y la explicación de los secretos de una irracional globalización financiera.

Todo se realiza a cada momento, no “pasa de moda”, sino que está ahí, golpeando a pueblo tras pueblo, como se hizo inmisericordemente con el griego y ahora con el argentino, con la variante de que en la casa de gobierno de Buenos Aires, hay un régimen taimado y egoísta.

Pero no estamos aquí para hablar de Macri, sino en tratar de explicar, como la concentración de poder económico ha dado a la banca internacional y a las grandes corporaciones la posibilidad de controlar los mecanismos de la economía en beneficio propio.

Así, la convierten en un casino especulativo en donde desarrollan instrumentos financieros muy sofisticados con los que practican la violencia “de guante blanco”, un auténtico terrorismo financiero que doblega a los gobiernos y a las supuestas democracias, cuando los políticos olvidan sus responsabilidades y dejan desprotegida a la población frente a los especuladores que se adueñan de los mercados.

El resultado de una economía en manos de la oligarquía financiera es el alto endeudamiento, un empleo bajo mínimos y un debilitamiento del Estado del bienestar y de la calidad de vida de las personas, con el aumento de la pobreza y la desigualdad.

 

ENFERMANDO PUEBLOS

 

Según el especialista español Vicenç Navarro, existe un creciente consenso entre algunos de los economistas más conocidos a nivel internacional (como los premios Nobel Joseph Stiglitz, Paul Krugman y Angus Deaton, entre otros), según el cual la políticas neoliberales enferman a los pueblos.

Esto se debe a que están caracterizadas por 1) reformas laborales que (alegando una necesidad de aumentar la competitividad) han forzado a una bajada espectacular de los salarios, aumentando a la vez el desempleo, la precariedad y el aumento de las desigualdades;

y 2) reducciones muy notables de la protección social, recortando las pensiones (reduciendo su capacidad adquisitiva) y el gasto en los servicios públicos (como la sanidad, la educación, los servicios sociales, las escuelas de infancia, los servicios domiciliarios, entre otros).

Así se explica la causa de una de las mayores recesiones conocidas durante los siglos XX y XXI. La evidencia científica acumulada muestra que tales políticas públicas han sido totalmente contraproducentes, disminuyendo la demanda doméstica y dañando sustancialmente a la economía de los países donde sus gobiernos las han impuesto, porque no tenían mandato popular para llevarlas a cabo).

Menos conocido ha sido, sin embargo, el enorme daño y sufrimiento que estas políticas han tenido en la calidad de vida y bienestar de la población, y muy en especial de sus clases populares. Tales políticas públicas han incrementado la mortalidad y la morbilidad (es decir, las enfermedades) entre la población, receptora de tales políticas. Es escandalosa la escasa visibilidad mediática que ha tenido el impacto de estas políticas en la calidad de vida, incluyendo la salud, de las clases populares.

En lugar de detallar tal daño, los grandes medios de información y persuasión (claramente influenciados por el capital financiero e industrial) han dado gran visibilidad a aquellos economistas neoliberales (que gozan de grandes cajas de resonancia) que han negado que tales políticas hayan tenido un impacto negativo en el bienestar de la población. Una abundante evidencia científica muestra, sin embargo, lo contrario.

Pero más lo evidencia el enorme aumento de la tasa de suicidios entre las personas desamparadas, enfermas de cáncer neoliberal.

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