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Callejón sin salida

8 de octubre de 2013

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Incapaz generalmente de lograr anunciados propósitos de mejorar la calidad de vida de los más necesitados, el presidente Barack Obama se enfrenta a innumerables problemas provocados por la oposición republicana y quienes detentan el poder real en Estados Unidos. No solo en lo externo en relación a la posición bélica asumida ante Siria e Irán, presionado por el lobby sionista, sino también en estos días en la incapacidad de sufragar indispensables gastos estatales y de eliminar el descontrol de las armas de fuego, que cada año producen miles de muertes en la septentrional nación.
Cifras recientes dan a conocer que en los últimos 45 años han muerto por arma de fuego allí 211 394 -una cifra conservadora- personas más que en todas las guerras que han involucrado a Estados Unidos, y un millón 384 171 desde 1963.
Mientras Obama se queja una y otra vez de que el Congreso no actúa ante las masacres que se producen inopinadamente y sin aparente motivo alguno en escuelas, en plena calle y dependencias oficiales y privadas, Rossia Today informa que el escritor y periodista especializado en derechos civiles Henry Potter considera que el número de víctimas como consecuencia del uso de armas de fuego en Estados Unidos sugiere que el país se encuentra sumergido en una guerra civil.
Aunque estadísticas mundiales muestran que los implicados en hechos violentos es el doble en los países subdesarrollados que en los ricos, esto adquiere un matiz trascendente en lo que concierne a Estados Unidos, donde más de dos millones y medios de personas se encuentran en las cárceles, estas constituyen un buen negocio para las empresas privadas que las administran y los delitos son cada vez más crueles y con mayor derramamiento de sangre.
Las ascendentes masacres en las escuelas son muestras de lo anterior, agravado por la inescrupulosidad de quienes impiden cualquier obstáculo a la adquisición de los más variados artefactos bélicos, esgrimiendo una vieja interpretación de un acápite constitucional.
En la nación más poderosa del mundo y con mayores recursos hay más de 300 ciudades, principalmente en su capital, Washington, donde la violencia se ha disparado, principalmente entre los jóvenes, sin que se haga nada para impedirlo en una etapa de la vida en que el sostenido crecimiento de las pandillas juveniles se nutren del desempleo, la falta de educación, el racismo y la crisis de las instituciones sociales y culturales.
Desde la televisión y el cine hasta la música y las pantallas de computadoras, glorifican la violencia y hacen que la juventud se habitúe a ella, en aras de los deseos monopólicos de obtener cada vez más ganancias.
Subrayamos: la tenencia de armas, el consumo de drogas y el disparado crecimiento en otros hechos delictivos son índices que dan la medida del quehacer diario de muchos norteamericanos, principalmente jóvenes, algunos de ellos envueltos en trifulcas a tiros y autores de asesinatos colectivos en planteles educativos.
Así las tres cuartas partes de la población pueden adquirir “constitucionalmente” todo tipo de artefacto de muerte en más de 400 000 establecimientos comerciales, dando razón a Obama cuando se lamenta que su país se haya resignado a aceptar la violencia, contribuyendo a que cualquier intento en contra se encuentre en un callejón sin salida.

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