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Cacería

19 de agosto de 2019

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Veintisiete meses después de haber asumido la presidencia gracias al voto de la izquierda, elpresidente de Ecuador, Lenín Moreno, ha consolidado la entrega del poder a la derecha, entregado la economía del país al Fondo Monetario Internacional y puestosin tapujos el petróleo nacional a disposición de Estados Unidos.
El desfase y desandar por Moreno de diez años de la denominada Revolución Ciudadana, dirigida por Rafael Correa, con supropiaparticipación como vicepresidente, puede ser catalogado como una traición, la cual, realmente, debió haber sido gestada desde antes, cuidadosamente tramada por la inteligencia estadounidense y el implícito apoyo de quien aparentaba ser el enemigo de la ultraderecha.
Todo ha sido completadocon el aprovechamiento de la debilidad del partido de gobierno, Alianza País, cuando parte de sus integrantes se acomodaron a la situación y seadaptaron al camino traicionero emprendido por Moreno para demonizar y meter enprisión al ex presdente Rafael Correa.
De todas maneras, el gobierno ha presentado debilidades, con denuncias de corrupción contra Moreno, quien no sepreocupa mucho por su defensa, porque no hay forma actual de juzgarlo, y si le han dejado las manos libres para perseguir a sus compañeros de antaño, bajo el pretexto de combatir una corrupción que, de existir, lo haría cómplice de ella.
Esta “lucha contra la corrupción a la carta” ha servido para imponer una narrativa que tiende a generalizar (“todos los correístas son corruptos y ladrones”) y a destruir y menospreciar la gran obra pública efectuada en la última década (“ninguna obra sirve, porque es fruto de la corrupción”), en materia vial, electricidad, conectividad, infraestructura de salud, educación, control de inundaciones, así como las políticas públicas que permitieron reducir la pobreza y la inequidad.
Eneste contexto, reactivó en la Asamblea Nacional el juicio político contra la ex canciller María Fernanda Espinosa, actual presidenta de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Los proponentes del juicio, el Partido Social Cristiano (PSC) y el movimiento Creando Oportunidades (CREO) , del banquero Guillermo Lasso, cuestionan a Espinosa por su protección al asilo de Julian Assange en la embajada de Ecuador en Londres y por buscar una salida digna a dicha situación, su supuesta responsabilidad en la inseguridad en la frontera norte ecuatoriana, debido al accionar de grupos criminales armados; y una supuesta falta de atención hacia los ecuatorianos residentes en Venezuela, a pesar del trabajo cumplido cuando fue Canciller.
En el fondo, este juicio constituye el punto culminante de una campaña de ataque político sistemático y de persecución ideológica de la derecha ecuatoriana, particularmente del PSC y CREO, contra María Fernanda Espinosa.
En su momento buscaban su salida de la Cancillería, por su política progresista y de cumplimiento de los mandatos constitucionales y del Programa de Gobierno que resultó ganador en las elecciones del 2017. Ahora los promotores del juicio político pretenden generar una matriz de opinión sesgada, en complicidad con algunos medios de comunicación, para destruir la imagen de una mujer progresista que se destaca en el ámbito mundial.

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