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Buscando salida

6 de noviembre de 2020

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El paso de otro huracán por Honduras revela nuevamente como está abandonado el hermano pueblo ante cualquier contingencia, sea natural, social, política y económica, y más en la grave situación que ha creado la epidemia del nuevo coronavirus.

Mientras otros resguardan sus riquezas y hasta gozan de la dulce vida, la mayoría de los hondureños se hallan, subrayo, virtualmente desamparados.

No importa la propaganda oficial, ni que el espurio presidente Juan Orlando Hernández se presente como un adalid salvador, aparentando que pueda solucionar lo más difícil, cuando ahoga cualquier protesta popular con la utilización del ejército.

En vastas zonas de la nación centroamericana, el cuerpo armado no es necesario, porque los latifundistas y explotadoras corporaciones extranjeras utilizan ejércitos privados.

Así se han ido eliminando los activistas sociales, principalmente aquellos que demandaban la devolución de las tierras usurpadas a los campesinos.

Por lo anterior no hay mucho que explicar por qué tantos hondureños huyen desesperadamente en busca de subsistencia en la nación norteña culpable de tanto mal, además de que los desprecia.

La oposición política se ha manifestado frecuentemente contra la situación reinante, luego que Hernández ofrece impunidad a los culpables de tanta represión a las demostraciones, la desaparición de algunos dirigentes y el encierro de decenas de personas.

De las demandas de mejores condiciones de vida, contra la represión y otros males que obligan a huir a miles de hondureños de su patria, se elevó la exigencia a la renuncia del presidente, todo un tahúr, que incluso es señalado junto a otros funcionarios desde la tierra de su amo norteamericano por delitos de corrupción, que ya han llevado a su hermano a sufrir prisión en Estados Unidos.

 

¡Y vive!

La coalición de opositores hondureños denominada Libre ha denunciado la profundización del despojo y saqueo de los bienes comunes y recursos de las comunidades, promovida por las grandes corporaciones nacionales y transnacionales coludidas con el gobierno, con el argumento de impulsar un desarrollo que solo enriquece a unos pocos a costa del empobrecimiento de la mayoría de la población, el incremento de las desigualdades sociales y el deterioro de la vida en el planeta.

Según datos de Naciones Unidas, Honduras había conseguido bajar la pobreza entre el 2006 y el 2009 por debajo del 60%, porcentaje que desde el 2010 comenzó a subir de nuevo, estando actualmente en torno al 68%. Asimismo, se ha producido en los últimos cuatro años una desaceleración económica, unida a una reducción de los ingresos del Estado (disminución de 3.4 puntos porcentuales del PIB).

Ante esta dramática situación, Libre propone un Pacto Social incluyente y una Asamblea Nacional Constituyente que refunde el país mediante una nueva estructura estatal y un nuevo marco jurídico e institucional.

Libre propone también el concepto de socialismo democrático, y su plan cuenta con tres ejes transversales: el de los Derechos Humanos, la Igualdad y Equidad de Género y la Descentralización del Estado.

Además, el Plan de Gobierno cuenta con siete ejes sectoriales: el de desarrollo humano sostenible que tenga como centro tanto al ser humano como a la naturaleza; un modelo económico alternativo que propone una reestructuración integral de la política fiscal; el eje de desarrollo agroforestal, que incluye la soberanía alimentaria; seguridad ciudadana democrática, que frente a la Policía Militar propone una Policía Civil Comunitaria; el eje de ambiente, cambio climático y energía; el de las Relaciones Internacionales y la Cooperación, que toma prestado el concepto boliviano de Diplomacia de los Pueblos; y, finalmente, un séptimo eje dedicado a las infraestructuras necesarias.

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