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Buena parte de la producción de alimentos va a la basura

14 de septiembre de 2013

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Este año Cuba deberá importar una cifra record de casi dos mil millones de dólares en alimentos, una cifra superior a la erogada en el 2012, según informó el ministro de Economía Adel Izquierdo ante la Asamblea Nacional del Poder Popular.

La cifra indica la necesidad de aumentar la producción agropecuaria nacional, mejorar la organización, planificación e inversiones en el sector, así como continuar la entrega en usufructo de tierras ociosas, continuar la política de créditos, la venta de útiles de labor y atender la política de precios de esas producciones.

Pero hay otro factor a tomar en cuenta. Tiene que ver con un reciente informe de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) que denunció el desperdicio anual de mil 300 millones de toneladas de alimentos en el mundo.

Resulta un contrasentido cuando en el planeta pasan hambre 870 millones de personas.

No es esta la situación en nuestro país, pero tampoco escapamos al fenómeno señalado por la FAO en un terreno que tiene que ver con la soberanía alimentaria de los cubanos y la satisfacción de sus necesidades.

Máxime cuando el informe señala que el desperdicio de alimentos constituye un grave daño a los recursos naturales de los que la humanidad depende, además de significar gran costo económico. Recuérdese que el ahorro es nuestra principal fuente de ingresos.

Además tiene serias implicaciones medioambientales, sobre todo su impacto en el clima, el empleo del agua, del suelo y la biodiversidad.

Los alimentos producidos por el hombre y luego no utilizados demandan un volumen de agua equivalente al caudal anual del río Volga, señala la investigación.

Pero también son responsables de la emanación de tres mil 300 millones de toneladas de gases de efecto invernadero a la atmósfera.

Es por ello que el director de la FAO, José Graciano da Silva, instó a agricultores, pescadores, procesadores de alimentos y supermercados, gobiernos locales y nacionales, así como a consumidores particulares a practicar cambios en los eslabones de la cadena alimentaria humana.

El propósito es evitar el desperdicio y reutilizar o reciclar siempre que sea posible.

Según la FAO, lo que se pierde por ese concepto es un tercio de la producción mundial, cuando, no es ocioso repetirlo, 870 millones de personas no cubren sus necesidades alimentarias.

El organismo internacional considera que el 54 por ciento del desperdicio de alimentos en el mundo se produce en las etapas iniciales de la producción, manipulación y almacenamiento.

Las etapas posteriores de procesamiento, distribución y consumo resultan en las que se desaprovecha el 46 por ciento restante

No habría que ser adivino de que una potencia como Estados Unidos aporta una buena parte del desperdicio de alimento mundial.

El exacerbamiento del consumismo debe resultar una de las causas para el fenómeno señalado por la FAO.

Paradojas del capitalismo, cuando uno de cada cinco ciudadanos adultos norteamericanos tiene problemas para comprar suficientes alimentos.

Un 20 por ciento de los encuestados el mes pasado dijeron que en ocasiones, en el último año no, habían tenido suficiente dinero para comprar alimentos para ellos o sus familias, según las conclusiones de la firma Gallup.

Ocurre cuando se proclama que la recesión es cosa del pasado, pero los afectados resultan casi la misma cantidad de estadounidenses hambrientos reportada en 2008, cuando ese país sufría su peor crisis económica desde la Gran Depresión, hace casi 80 años.

“Estos hallazgos sugieren que la recuperación económica podría estar beneficiando desproporcionadamente a estadounidenses de altos ingresos en vez de a aquellos que están luchando para cubrir sus necesidades básicas”, aseguró el estudio de Gallup.

Tampoco es un problema solo de una parte del pueblo estadounidense. No por gusto desde España se reporta el aumento de personas que buscan comida en los tanques de basura, allí donde va a parar buena parte de la producción mundial de alimentos.

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