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Bosnia: creciente corrupción y pobreza

21 de abril de 2014

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La crisis institucional y económica que azota gran parte del mundo volvió a adquirir fuerza este abril en Bosnia, un país con menos de cuatro millones de habitantes, donde se han vuelto a producir manifestaciones tan violentas, pero menos publicitadas, como las de febrero último.
Ante la pobreza y la corrupción galopante la explosión popular es       lo más lógico, luego del fracaso de recetas neoliberales en una nación que el Imperio separó a la fuerza de Yugoslavia.
Si hace dos meses la ola de protestas sociales incluyó el ataque e incendio de la sede de la presidencia, esta vez se ha centrado más contra sedes de instituciones locales e internacionales que entronizan la privatización de medios públicos.
La misma justificación y autoculpa se  ha repetido por los dirigentes de la terna presidencial que integra la llamada República de Bosnia-Herzegovina, encabezada por el croata-bosnio Zelko Komsic, al responsabilizar a la clase política por lo sucedido y reconocer que las protestas se producen por los problemas acumulados desde hace años en las dos partes en que está dividido el país: República Srpska, con población mayoritariamente serbia, y la Federación, con diez cantones y habitantes bosnios. Hay una ciudad, Brcko, que es una entidad autónoma.
Pero es que la misma cantinela fue expuesta repetidamente en febrero último, y nada se ha hecho para por lo menos paliar en algo los graves problemas de la población
“Es todo nuestra culpa”, ha manifestado el jefe de turno de la terna presidencial bosnia, el croata-bosnio Zeljko Komsic, al responsabilizar a la clase política por lo sucedido y reconocer que las protestas se producen por los problemas acumulados desde hace años.
En aquel momento el colega Elson Concepción recordaba en Granma (Bosnia cien años después) que “en la época de la Yugoslavia socialista, de la que Bosnia formaba parte, el desarrollo industrial alcanzó algún auge que luego, durante los años de guerra intestina, y al separarse de la Federación, fue evaporándose”.
Los mismos que hace dos meses se quejaron de la corrupción, al          calificar las protestas como “un tsunami de los ciudadanos robados”, son quienes permanecen en sus puestos e impiden que se tome  medidas contra ella.
Y es que allí cala muy hondo una corrupción política que ha llevado a la nación a casi una extrema pobreza en un país dividido y que, incluso, logró competir industrialmente en varios renglones con importante empresas internacionales.
Pero las industrias locales fueron privatizadas, y muchas de ellas cerradas, lanzando al desempleo a miles de trabajadores, como en Tuzla, la tercera ciudad de Bosnia que, con 150 000 habitantes, fue antes del conflicto propugnado por las potencias occidentales (1992-1995), principalmente Estados Unidos y Alemania, un importante centro de la industria química y maderera.
Pero las privatizaciones, que comenzaron en 1998, no impulsaron el desarrollo regional, sino, subrayo, causaron la quiebra de numerosas empresas, dejando a decenas de miles de trabajadores sin empleo, en tanto surgían un pequeño de personas extremadamente ricas, con fuerte influencia en las esferas del poder.
Una cifra de 44% de desempleo y un 20% de personas viviendo en la pobreza es de por sí un lamentable caldo de cultivo, no solo para manifestaciones cada vez más violentas, sino incluso para convertirse como instrumentos de asesinato de grupos, que, conscientes o no, sirven a propósitos desestabilizadores de la inteligencia occidental.

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