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Bolsonaro pregunta a Dios

16 de abril de 2019

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De vez  en cuando le pregunto a Dios ¿yo qué hice para estar aquí?, dijo el mandatario brasileño, Jair Bolsonaro, al cumplir 100 días de mandato, con una aprobación popular menor al 33%.

Un día antes, sin embargo, había atribuido a su hijo Carlos el mérito de su aterrizaje en el elegante Palacio de Planalto.

Así lo han descrito los despachos de prensa de EFE y otras agencias.

Por supuesto, los mayores «méritos» en este tiempo pasan por su defensa a los años de la dictadura; su política anti indígena en un país donde son millones de ellos; su salida de los acuerdos sobre el cambio climático; la identificación total —y un poquito más— con la política de su amo de Washington, Donald Trump, lo que le ha

merecido el mote del «Trump del trópico».

Jair se ha identificado —y de qué manera— con el gobierno sionista de Benjamín Netanyahu y hasta ese país llegó en uno de sus primeros viajes —después de visitar a Trump, por supuesto—, y hasta una oficina brasileña inauguró en Jerusalén.

En tierra israelí llegó a afirmar que «no hay duda de que el nazismo fue un movimiento de izquierdas».

Especialistas del país, refieren que con su lema «Brasil por encima de todo, Dios por encima de todos», se ha alineado con Estados Unidos e Israel, y forma parte de quienes arremeten con toda fuerza contra la República Bolivariana de Venezuela para derrocar al gobierno del presidente Nicolás Maduro, elegido democráticamente.

En lo interno, recordemos cuando propició la salida de los médicos cubanos que salvaban  miles de vidas brindando atención en las zonas más apartadas de la larga geografía de la nación sudamericana.

Otros atributos: el anuncio esta misma semana de la salida de su país de la UNASUR, el mecanismo de integración sudamericano creado por iniciativa de los mandatarios, Hugo Chávez y Néstor Kirchner.

Señala la prensa brasileña que en solo tres meses, el presidente ha destituido a dos ministros y causado indignación dentro y fuera de Brasil al alentar al Ejército a que conmemorara el golpe militar de  1964 y la implantación de una cruel dictadura en ese país.

Su «cruzada» contra la corrupción, que le ha servido en su campaña para obtener la presidencia y luego para mantenerla, ha mostrado grietas con el involucramiento de familiares en oscuros manejos económicos y del propio Jair, que mantiene a sus tres hijos en puestos claves dentro de un gobierno caracterizado por una verdadera «cacería de brujas» contra el Partido de los Trabajadores y su líder indiscutible Luis Inácio Lula da Silva, llevado a la cárcel hace más de un año para evitar con ello su segura reelección como presidente del país, donde sacó a más de 30 millones de brasileños de la miseria.

Con todo este peso sobre sus espaldas, Bolsonaro llegó a presidente, cumplió sus primeros 100 días como tal, y se apresta a continuar haciéndolo, siempre identificado con la política supremacista de la administración Trump, y cuidadoso de restablecer el  neoliberalismo en Brasil.

No sé si algún día Dios pueda responder a su pregunta de qué ha hecho para estar en la silla presidencial brasileña.

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