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Bolsonaro al desnudo

24 de diciembre de 2018

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En su residencia particular de Río de Janeiro, Jair Bolsonaro, el nuevo presidente de Brasil, recibió esta semana al terrorista de origen cubano, radicado en Miami, Orlando Gutiérrez-Boronat.
Todo se veía venir. El ultraderechista capaz de poner en riesgo la vida de miles de sus compatriotas al provocar la salida de los médicos cubanos que los atendían en las zonas más intrincadas de su país, va retirando el ropaje que le cubre y se presenta al desnudo, tal y como es, en una escalada anti cubana y anti latinoamericana.
En mi opinión, recibir a un conocido contrarrevolucionario de origen cubano que desde Estados Unidos encabeza todo tipo de apoyo a las medidas del presidente Donald Trump, en detrimento de las relaciones cubano-americanas; que se pronuncia abiertamente por fortalecer aún más el bloqueo y que, con dinero de sus protectores estadounidenses viaja por el mundo para hablar mal y orquestar acciones contra Cuba, muy poco privilegia al mandatario brasileño.
Su hijo, el diputado Eduardo Bolsonaro —¡de tal palo tal astilla!— en su último viaje a Estados Unidos para promover una llamada Cumbre Conservadora de las Américas, se reunió con Gutiérrez-Boronat, lo invitó especialmente a esa Cumbre, posó ante las cámaras junto al terrorista y, me imagino le pagó el boleto en avión y los gastos para que no dejara de asistir al cónclave realizado en la ciudad brasileña de Foz do Iguacú con la presencia de una parte de la fauna ultraderechista latinoamericana.
Si ridículo y carente de principios es el hecho de recibir al contrarrevolucionario Gutiérrez, más aún es que allí, el presidente brasileño pidiera una «Cuba Libre».
Le hubiese quedado mejor un brindis entre el anfitrión y el invitado, usando un muy conocido trago de la coctelería cubana, el Cuba Libre, elaborado con el mejor ron del mundo y refresco de cola.
El líder ultraderechista, en un mensaje en su cuenta en Twitter, calificó a Gutiérrez-Boronat, como «uno de los principales denunciantes de las atrocidades cometidas por la dictadura» cubana.
Al parecer Bolsonaro se equivocó una vez más y mientras recordaba la época de la dictadura militar en su país —la que añora y defiende—, en vez de poner Brasil en su cuenta de Twitter, escribió Cuba, nombre que le debe estar retumbando en los oídos por los valores que defiende la Isla y su pueblo y que no permite que se le denigre ni se ponga en entredicho su capacidad de resistencia y dignidad.
En cuanto al personajillo invitado desde Miami, no hay mucho que agregar, porque se sabe que él y otros trasnochados de esos que están detenidos en el tiempo y en la historia, han hecho de su peregrinar anti cubano un modo de vida, de obtener dinero, de viajar mucho y de disfrutar de buenos viáticos, sin que le avergüence siquiera posar con otros terroristas o con personajes como el nuevo mandatario brasileño.
Vale recordar que en la citada Cumbre Conservadora de las Américas convocada por los Bolsonaro en semanas pasadas, el hijo del presidente, Eduardo, llegó hasta ofrecer a Brasil como sede de un hipotético «juicio a las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua», tras una propuesta del contrarrevolucionario de origen cubano Orlando Gutiérrez.
No por casualidad la Cancillería brasileña informó la víspera que a petición de Jair Bolsonaro decidió no invitar a Cuba y Venezuela al acto de su investidura.
¡Qué honor nos hace a dos países dignos y a sus pueblos!

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