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Bolivia; Ni magia ni milagros

2 de noviembre de 2017

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La Bolivia de finales del siglo XX era noticia cada cierto tiempo y no precisamente buenas, ya que cuando no se hablaba de golpes militares, como parte de una fatídica tradición, la corrupción, el hambre, la miseria y la discriminación llenaban titulares de su prensa y de los despachos emitidos por las agencias internacionales.

A punto de comenzar el año 18 del presente siglo, Bolivia sigue siendo noticia, mucho más que antes y son precisamente buenas nuevas, en lo económico, lo político y lo social, convirtiéndose además en uno de los primeros países de la región en cuanto a desarrollo.

Las imágenes del indio cargado como un animal, desamparado, los niños sin escuela, las enfermedades y el hambre predominaron sobre todo en el campo van dejando de existir y, sin ser propaganda, aparecen  los niños con computadoras desde el nivel primario, una industria que se desarrolla cada vez más y una economía pujante.

No se trata de magia ni de milagros. Es el resultado del buen hacer, de una dirección política que incrementa la riqueza y la distribuye entre todos y no en un sector de la sociedad, en fin, es por primera vez el gobierno de los pobres y para los pobres.

El ahora Estado Plurinacional surge en 2006 con la llegada del primer presidente indígena, Evo Morales, quien rescató para todos los bolivianos los recursos naturales y las empresas estratégicas del país que se encontraban en pocas manos para enriquecer a algunos bolivianos y sobre todo a las transnacionales.

Un despacho de la corresponsal de Prensa Latina en La Paz, recuerda que la “decisión de poner el 82 por ciento de las ganancias de esas compañías a favor del pueblo y el resto para el sector privado, posibilitó que este país alcanzara el primer lugar en crecimiento los años 2009, 2014, 2015 y 2016”.

Hace solo unos días el titular de Economía, Mario Guillén, destacó que tales resultados se deben también a la producción industrial nacional y la demanda interna. Realmente llama la atención de los especialistas el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de la nación andina, que ascendió de un tres al cinco por ciento en la última década.

Las estadísticas y el reconocimiento como país líder en crecimiento económico de la región están avalados por organismos internacionales como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Pero los avances no son solo macroeconómicos, sino que el ciudadano de a pie lo siente en sus bolsillos. La pobreza extrema se logró reducir de un 38,2 por ciento a 16,8, es decir, cerca de dos millones de ciudadanos salieron de un sector que los condenaba al hambre y las enfermedades.

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