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¿Bogotazo, cordobazo o caracazo?

7 de mayo de 2021

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La insaciable explotación capitalista en sus diversas variantes, el voraz saqueo del imperialismo norteamericano en sus diferentes formas, la constante violación de los derechos humanos por parte de las más vari9ables tiranías militares, judiciales, civiles o combinadas entre sí, todo en su conjunto o separado por países han motivado en América Latina y el Caribe –desde hace más de un siglo– las rebeliones, sublevaciones, explosiones sociales de los pueblos, en magnitud y con resultados también distintos.

De muchas de ellas pudiera hablarse, pero no cabe duda de que en la era más contemporánea han sobresalido el Bogotazo colombiano de 1948, el Cordobazo  argentino en 1964 y el Caracazo venezolano de 1989.

En tiempos más recientes –como era previsible y algunos advirtieron– las despiadadas medidas neoliberales, la entrega de las soberanías nacionales y la pandemia  COVID-19 se reunieron fatalmente en el seno de poblaciones que se sintieron hartas de engaños y abusos, provocando una sucesión de estallidos que aunque tuvieron diferentes detonantes –según las condiciones concretas y la situación particular de cada país– mostraron siempre un origen más o menos común, donde coincidían las particularidades antes señaladas, en camino de agravarse.

Santiago de Chile, Quito, Lima y también Bogotá fueron entonces escenario de masivas demostraciones que movieron a cientos de miles de personas y fueron duramente reprimidas por las autoridades respectivas, con trágico balance de muertos, heridos y mutilados.

La benevolente OEA del servil Luis Almagro, por supuesto, guardó conveniente silencio sobre estos hechos, ocurridos en gran parte cuando aún en la Casa Blanca señoreaba el enloquecido y perverso Donald Trump, hoy en receso.

Ahora ha estallado nuevamente Colombia y junto a la histórica sede del Bogotazo del 48 lo han hecho Cali, Pereira, Cartagena, Bucaramanga y otros centros de población, en que se ha evidenciado coherencia y organización a nivel nacional en un país tan extenso y de geografía accidentada.

El motivo inmediato del estallido –en esta ocasión– fue la inminente promulgación de una llamada Ley de Reforma Tributaria con que el desgastado y desprestigiado régimen Uribe-Duque pensaba dar una vuelta de tuerca más al tornillo del neoliberalismo, sobre una sociedad exhausta pero aún con ánimos de lucha.

Situado al borde del abismo y abandonado por Trump –como en el caso de Almagro– el ridículo Duque y los suyos ensayan retrocesos que pudieran salvarlos y pretenden ganar tiempo mediante maniobras y engaños.

Habrá que seguir detenidamente los próximos acontecimientos que puedan ocurrir en la estremecida tierra del Bogotazo.

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