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Bloqueo a Cuba: persecución sin fronteras

1 de agosto de 2013

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El bloqueo a Cuba, lejos de ceder ante las reiteradas resoluciones de Naciones Unidas, aprieta cada vez más sus tuercas, cual arma principal con la que Estados Unidos intenta doblegar a la pequeña isla caribeña.
Para tal propósito poco le importan a Washington los métodos ni los daños colaterales, para decirlo en términos militares. Ni siquiera cuando las víctimas son empresas y ciudadanos de ese país.
Así ocurrió el pasado 22 de julio cuando la Oficina de Activos Extranjeros (OFAC) del Congreso, la encargada de perseguir las transacciones cubanas en todo el mundo, multó a la empresa American Express Travel Related Services Compay, una de las principales turoperadoras de aquel país.
Esa firma fue multada con 5 millones 226 mil 120 dólares, el mayor recargo aplicado por la OFAC en lo que va de año. Pero la punición contra American Express Travel fue la segunda en menos de un mes y la quinta en lo que va de año.
Su delito fue vender boletos aéreos a ciudadanos norteamericanos que viajaron a Cuba a través de terceros países.
Estados Unidos también castigó a uno de los más importantes bancos italianos. El Intesa Sanpaolo S.p.A tuvo que pagar casi tres millones de dólares por procesar transferencias bancarias a la mayor de las Antillas entre los años 2004 y 2008.
El gobierno estadounidense no solo dedica ingentes esfuerzos y recursos para aislar a Cuba, sino que sus pesquisas son retroactivas, cual confirmación del ensañamiento de tal política de hostilidad contra Cuba.
En el afán insatisfecho de dañar a los cubanos, el gobierno norteamericano desoye el clamor internacional, incumple sus obligaciones internacionales y llega al extremo de afectar los derechos de los estadounidenses y de ciudadanos de todo el mundo.
Los funcionarios estadounidenses insisten que el bloqueo es un asunto que solo concierne a Washington y La Habana, pero la práctica y aplicación de la Ley Helms-Burton lo contradice continuamente.
Son cada vez y repetidas las empresas y ciudadanos de Estados Unidos y de terceros países sometidos a multas y otros castigos por la OFAC.
No importa que en noviembre pasado la Asamblea General de la ONU aprobara, otra vez, una resolución de condena al bloqueo, que tuvo el respaldo de 188 países.
Solo Estados Unidos, Israel y Palau votaron en contra y apenas Islas Marshall y Micronesia se abstuvieron.
La tabla de votación en el plenario de la Asamblea General refleja de manera gráfica el contundente rechazo mundial a esa práctica anticubana y el aislamiento de EE.UU. al respecto.
Israel, que repite al lado de Estados Unidos en el voto contra Cuba, es el ejecutor de políticas genocidas en Oriente Medio que sirven a los intereses de la Casa Blanca.
A su vez, Palau, Islas Marshall y Micronesia son pequeños territorios insulares dependientes del poder estadounidense y sometidos a presiones y chantajes.
Para marcar la diferencia, numerosos oradores en representación de organismos como el Movimiento de Países No Alineados, el Grupo de los 77 más China, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, MERCOSUR y la Conferencia de la Cooperación Islámica explicaron su voto a favor del texto.
Muchos otros países lo hicieron a nombre propio. Llamó la atención el discurso del embajador boliviano, quien comparó la política de asfixia de Estados Unidos con la solidaridad practicada por Cuba contra otros pueblos, incluido el suyo.
Cuba ha sufrido perdidas por un billón 66 mil millones de dólares, según cifras conservadoras divulgadas por el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Pero el asunto no es solo de estadísticas: el bloqueo, en el caso cubano el más largo de la historia, califica como acto de genocidio en virtud de la Convención de Ginebra de 1948 para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio.

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