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Bloqueo a Cuba: huérfano de opciones

18 de noviembre de 2013

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El contundente rechazo de la comunidad internacional al bloqueo que, por más de medio siglo, Estados Unidos insiste en imponer a Cuba, puede ser catalogado como casi un juego perfecto en términos beisboleros.
La votación alcanzada este año en la Asamblea General de Naciones Unidas por la resolución cubana “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos de América contra Cuba” así lo atestigua.
No se trata solo de una lectura de números, según los cuales la política de cerco a nuestro país consiguió 188 votos a favor, apenas dos en contra (EE.UU. e Israel) y tres abstenciones (Palau, Micronesia e Islas Marshall).
Si se compara con la votación del año pasado, la estadística no es muy diferente: 188 a favor, tres en contra y dos abstenciones.
Ello indica que las posibilidades de uno y otro bando, entiéndase por ello Cuba y la inmensa mayoría de los Estados que integran la ONU (193),  y el resto (5), estarían en el límite de cambiar la correlación.
También dice que Estados Unidos está sumamente aislado en este asunto, y que, por el contrario, la isla caribeña recibe un respaldo prácticamente universal.
Esta vez Palau cambió su voto. En vez de votar en contra se unió a Micronesia e Islas Marshall en la solitaria esquina de quienes se abstuvieron.
Ello por si solo resulta una derrota importante para Washington, de cuyos recursos financieros subsisten esos tres territorios del Pacífico, ocupados por tropas del Pentágono durante la Segunda Guerra Mundial.
Palau depende de la ayuda financiera de la Casa Blanca y junto con Micronesia e Islas Marshall son tres excolonias de Estados Unidos a cuyos interese están subordinados por un Tratado de Libre Asociación.
Estos países están entre los más jóvenes reconocidos e integrados al sistema de la ONU, y entre todos no suman 200 mil habitantes, lo cual hace más despreciable las presiones que sobre sus gobiernos ejerce la mayor potencia económica y militar del planeta.
Desde 1991, al filo de la caída del Muro de Berlín, Cuba está presentando una resolución similar en la ONU. Es un proyecto propositivo, pide el cese del bloqueo y recaba el Si en la votación.
Fue un año en el que la isla caribeña sufría un doble cerco, a tenor del derrumbe del campo socialista hacia el que estaba dirigido el grueso de las exportaciones cubanas, y de donde recibía la mayor parte de los suministros petroleros y otros insumos vitales.
Era cuando se presagiaba que el socialismo estaba condenado a morir y que el capitalismo prevalecería como panacea para el futuro de la humanidad.
Cuba debió retirar entonces su iniciativa en medio de grandes presiones norteamericanas que se repitieron al año siguiente, 1992, cuando se adopta por primera vez la resolución con 59 votos a favor, tres en contra (Estados Unidos, Israel y Rumania), 71 abstenciones y 46 ausencias.
En esta historia, si bien Estados Unidos ha ido perdiendo votos hasta quedarse prácticamente solo, lo cierto es que siempre estuvo en solitario a la hora de explicar, en la Asamblea General, su persistencia en ahogar por penurias y enfermedades a toda una nación.
Para completar, solo agregar que cada vez son menos los países que se ausentan de la votación, lo cual era uno de los resultados de las salvajes presiones aplicadas contra naciones del Tercer Mundo, algunas de ellas invadidas y ocupadas en estas dos décadas.
Del voto de Israel no habría mucho que decir. Ya se sabe que es el principal benefactor de la ayuda económica y militar de Estados Unidos, y su punta de lanza en el Medio Oriente.
Otro dato: desde el año 2000 sólo acompañan a Washington e Israel  en el voto negativo Islas Marshall y Palau, que  se han venido combinando posteriormente con Micronesia en el capítulo de las abstenciones.
Es, en resumen, una batalla librada en el más universal de los escenarios de decisión de la ONU.

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