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Bielorrusia salvada

15 de octubre de 2015

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La reciente reelección del presidente Alexander Lukashenko en Bielorrusia por una abrumadora mayoría de votos que sobrepasó el 80 por ciento, ha salvado a esta ex república soviética del caos, la degradación y el retroceso económico y social; como ocurrió con su vecina, la desgraciada Ucrania, cuyo pueblo es víctima hoy de todos esos males a consecuencia del golpe de estado del pasado año, la entrega de todas las riquezas del país a los poderes transnacionales, la violación de las normas constitucionales y republicanas, y la extensión de la guerra a la rica y vasta región del Donbass al este del país.

Los resultados electorales en Bielorrusia confirman la posibilidad de que esta ex república soviética –cercana históricamente a Rusia por fuertes lazos de todo tipo desde la más remota antigüedad– pueda seguir transitando por un camino certero de paz y desarrollo, como ha sucedido desde el primer mandato de Lukashenko, y en cooperación con sus vecinos rusos y otros actores mundiales; lo que ha extendido su acción beneficiosa hasta países de Latinoamérica.

Por haber mantenido una actitud consecuente e independiente, resistiendo firme a chantajes y presiones, el presidente bielorruso ha sido sancionado varias veces por la hipócrita Unión Europea que lo consideró como “un dictador sangriento”, y alentó numerosas campañas y planes sucesivos contra su gobierno, incluyendo las antes mencionadas sanciones.

Más recientemente, el sorpresivo otorgamiento del Premio Nobel de la Paz a una opositora bielorrusa sirvió también de pretexto para hacer campaña contra Lukashenko tan solo pocos días antes del acto electoral, presuntamente con el fin de ejerce4rt influencia negativa contra su candidatura.

A pesar de todo, el prestigio de Bielorrusia y su política exterior independiente y pacífica se ha elevado notablemente y obtenido reconocimiento europeo y mundial, al servir de sede y alentar los Acuerdos de Minsk y su cumplimiento por todas las partes involucradas con el propósito de hallar una solución justa al conflicto ucraniano urdido por las llamadas “potencias occidentales”.

Bielorrusia desempeña un papel decisivo en este diferendo, tanto por su orientación política como por su ubicación geográfica y la actuación de su actual presidente –mostrando a la vez decisión y prudencia pero con respeto de todos y hacia todos–. Le ha valido también el reconocimiento de su propio pueblo tal como se refleja en los resultados electorales.

La confirmación de Lukashenko al frente de los destinos de Bielorrusia por otro mandato presidencial se convierte en un mensaje de seguridad y paz en esa convulsionada región y en Europa en general, en momentos en que Estados Unidos y su OTAN activan allí sus mecanismos de incertidumbre y guerra.

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