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Beirut: la otra explosión

10 de agosto de 2020

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A la terrible explosión ocurrida en el puerto de Beirut y sus trágicas consecuencias ha seguido -como era de esperarse-, una segunda explosión, incluyendo a las enormes secuelas políticas y económicas que está teniendo para el Líbano y para toda la región del Oriente Medio este suceso.

La más inmediata, no bien se habían acabado los ecos del estruendo fue la acción injerencista provocada por el presidente francés Emmanuel Macron, quien bajo el ropaje del interés humanitario hizo su aparición con el evidente propósito de presionar al atribulado gobierno libanés pata que aceptara las condiciones y concesiones que le impone el Fondo Monetario Internacional (FMI) a cambio de los 27 mil millones de dólares solicitados recientemente para paliar las necesidades económicas del Líbano, golpeado por aguda crisis política y social, agravada por la pandemia COVID 19.

Otros intentos injerencista de origen diverso pretendieron que el gobierno libanés aceptara la creación de una llamada “comisión internacional” que investigara las causas de la explosión y de este modo renunciar a su derecho y deber de hacerlo por parte de las autoridades nacionales.

El presidente Michel Aoun rechazó estas pretensiones e indicó que el Líbano está en capacidad de desarrollar tal proceso, que ya ha comenzado con la detención de 23 personas vinculadas de una forma u otra al lugar del suceso, donde se almacenaban desde hace varios años las 700 toneladas de nitrato de amonio que fueron objeto de la explosión.

Mientras crece el número de fallecidos, heridos y -sobre todo-, de desaparecidos y aun no se revelan los resultados concretos de las investigaciones preliminares, aumentan también las conjeturas, especulaciones y teorías acera del posible origen de la explosión y las razones por las cuales tan peligrosa carga permaneció almacenada en el puerto.

Hasta el momento, nada hay definitivo, pues teniendo en cuenta la frágil situación del Líbano y las distintas fuerzas que se mueven en su interior, mas las presiones y el acecho de las llamadas “potencias occidentales” e Israel, es pronto para aventurar un juicio terminante.

El papel jugado por el Líbano en cuanto a Siria –su vecina histórica y también ex colonia francesa-, al negarse a servir de base a los planes de agresión y subversión antisirios, es un elemento que no puede obviarse y levanta sospechas entre los más suspicaces.

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