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Avaricia sin barreras

9 de noviembre de 2015

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Del capitalismo hemos conocido los tentáculos que lo caracterizan como sistema y la forma en que se aplica para determinar como único objetivo, la ganancia.
Por supuesto, ese sistema ha ido saltando obstáculos en su desarrollo, mientras las transnacionales crecen y la explotación se perfecciona.
Es el mal sistémico que inunda al mundo para hacerlo cada vez más desigual, donde unos pocos lo tengan todo y la gran mayoría no tenga nada.
Hoy día, no pocas grandes empresas capitalistas elevan sus ingresos a través de lo que ganan en la producción y venta de armas. Pero también las hay que lucran con el mercado de los medicamentos, sin importar un bledo aquellos que mueren por falta de dinero para adquirir medicinas.
Sobre este particular se conoce hasta un slogan de “paga o muere”, muy común, como reflejó el New York Times al tratar lo ocurrido en la Fundación Cystic Fibrosis que hace quince años invirtió 150 millones de dólares en la compañía Vertex Pharmaceuticals para conseguir un medicamento que tratase la fibrosis quística.
En esta inversión la citada Fundación obtuvo 3 300 millones de dólares con la producción y venta del medicamento Kalydeco que le cuesta a los pacientes que puedan pagarlo no menos de 300 000 dólares al año.
Para analistas del tema, las compañías farmacéuticas gastan “mucho más en marketing que en investigación y desarrollo”.
Se pone el ejemplo de que en los propios Estados Unidos cerca de 100 000 ciudadanos mueren cada año por los efectos adversos de fármacos, lo que indica que decenas de millones de dólares de los consumidores se desperdician en medicinas que tienen efectos negativos en lugar de productos curativos.
Otro ejemplo tiene que ver con el mercado hacia el que producen las grandes compañías farmacéuticas privadas, que dan la espalda cuando se trata de buscar solución a enfermedades como la tuberculosis, resistente a medicamentos, y otras enfermedades infecciosas en países del Tercer Mundo.
Producir para ese mercado no puede generar mucha ganancia y por tanto no hay medicamentos asequibles para millones de seres humanos que mueren cada año, fundamentalmente en naciones pobres.

La avaricia de las grandes farmacéuticas ha sido tal que hasta el propio Pentágono de Estados Unidos se tuvo que dar a la tarea de llevar a cabo la investigación y desarrollo de medicamentos contra la malaria, enfermedad que ha afectado a los militares que Washington despliega en sus guerras por el mundo. De esa forma los militares “evitaban” la elevación de los presupuestos para sus misiones.
Se trata solo de ejemplos aparecidos en la propia prensa estadounidense y que se refieren a la forma desenfrenada en que las grandes transnacionales farmacéuticas, principalmente de Estados Unidos, avanzan hacia su único objetivo: la mayor riqueza, cuando en realidad debía ser la de curar a seres humanos no importa si cuentan o no con dinero para pagar sus medicamentos.

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