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Aun sin freno

15 de abril de 2015

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Está muy lejos de ser detenido el Estado Islámico (EI), ese ente creado por inteligencias occidentales e israelí que sigue expandiéndose y creando amenazas incluso para aquellos que lo gestaron directa e indirectamente.
Mientras Estados Unidos reconoce que han sido inútiles sus intentos aéreos para frenar a los terroristas, con bombardeos que dañan principalmente a la población civil, apenas se esgrime alguna que otra victoria sobre los agresores en zonas kurdas limítrofes con Turquía, mientras que, pienso, se ha dejado o estimulado a avanzar al EI en territorio sirio, donde llegó a estar hace unos días a solo seis kilómetros de la residencia del presidente Bashar al Assad en Damasco, de donde fue expulsado por la intervención de un ejército curtido en el combate.
Muchos se preguntaran como es que esta organización que utiliza tan crueles métodos puede atraer a tantos y tantos jóvenes árabes o no de numerosos países, dispuestos a morir gloriosamente por una causa tan innoble.
Es que todo ha sido hecho con sumo cuidado por los enemigos de los pueblos y principalmente aquellos que siguen pensando que el mejor árabe es el árabe muerto.
Siempre hay que recurrir a las revelaciones del ex especialista norteamericano Edward Snowden, quien dio a conocer que Abu Bakr al-Baghdadi, el llamado “Califa”, líder del Estado Islámico, es un judío llamado Elliot Shimon, un agente operativo del Mossad israelí entrenado en el espionaje y la guerra psicológica contra las sociedades árabes e islámicas.
Snowden dijo que “la inteligencia estadounidense, británica y los servicios secretos israelíes, conocidos como Mossad, crearon una organización terrorista capaz de atraer a todos los extremistas del mundo a un sitio, usando una estrategia llamada ‘el nido del avispón’•, para proteger a la entidad sionista mediante la creación de eslóganes religiosos e islámicos”.
De acuerdo con documentos publicados por Snowden, “la única solución para la protección del Estado judío es crear un enemigo cerca de sus fronteras”.
El propósito es luchar contra este “nuevo enemigo” y poder avanzar en sus planes de llegar a construir el “Gran Israel”. Se inició como “insurgentes sirios”, con el propósito de derrocar a Al Assad, quien, con un ejército bien preparado, subrayo, logró detener los planes y arrinconó al EI en la ciudad septentrional de Alepo, zona fronteriza con Turquía. Sin embargo, este incursionó hacia Iraq, y actualmente el “califato” se extiende desde la ciudad de Alepo, en el norte de Siria, hasta la provincia de Diyala, en el este iraquí, fortificándose con el armamento dejado por los soldados de Bagdad.
La rapidez y triunfo inicial del Califato fue logrado porque dentro de Iraq existir una gran cantidad de pobladores sunnitas que han sido marginados, apresados y torturados por el gobierno chiita del ya ex presidente Al Maliki, lo cual coadyuvó a insuflar una guerra que amenaza a toda la región del Medio Oriente, llegando a rebasar los planes imperialistas al respecto.
Tan es así que se ha extendido por ciertas zonas de Libia y amenaza a naciones circundantes, donde en algunas escuelas alumnos firman petición a favor del EI, que se vanagloria de haber reclutado mujeres norteamericanas.
A las decapitaciones de estadounidenses y otros extranjeros, le sucedieron ataques suicidas contra embajadas de EE.UU. en varias partes del mundo, y una amenaza de que ocurrirán en territorio norteamericano hechos parecidos a los de los atentados a las Torres Gemelas neoyorquinas y el Pentágono, lo cual contrasta sospechosamente con el regocijo de ciertos círculos de la ultraderecha acerca de que está próxima una yihad o “guerra santa” en el conflicto sirio.
Es tal el desatino que ahora se pretende vincular la agresión ordenada por Estados Unidos y encabezada por Arabia Saudita contra Yemen como una lucha contra el EI, cuando es todo lo contrario.
Y mientas haya una gran contradicción en combatir al terrorismo con países donde gobiernan promotores del terrorismo, el Ejército Islámico proseguirá aun sin freno.

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