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Assange, Ellsberg, y los demás

24 de febrero de 2024

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Decir la verdad, ser honesto, admitir cualquier error y tratar de enmendarlo, no es lo favorito del Imperio, que hasta ahora ha desoído la protesta de millones de personas en el mundo para respetar la vida de Julian Assange, un periodista australiano creador del medio Wikileaks.

Assange tiene su vida pendiente de un hilo, porque si Gran Bretaña lo deporta a Estados Unidos puede ser condenado a muerte o a 154 años de prisión.

Assange, su Wikileaks, no solo dio a conocer los crímenes cometidos durante las agresiones del Imperio a países más pequeños del Medio Oriente, sino que reveló los tejemanejes gubernamentales para lograr favoritismo y mayores ganancias en convenios para sus empresas con satrapías del Golfo en detrimento de sus socios europeos.

No es la primera vez que menciono como una serie de cables de Wikileaks detalló el febril involucramiento de funcionarios del Departamento de Estado en la venta de productos de la Boeing.

Sus embajadores no vacilan en tocar las puertas de los niveles más altos de gobierno con ofrecimientos personales a los jefes de Estado a cambio de que compren aviones a Boeing y no a cualquier rival europeo

La historia es conocida generalmente por reciente y mayor divulgación en ese sentido, pero no está solo en la revelación de los crímenes y otras fechorías imperialistas, porque ahí están los ejemplos de Edward Snowden, exiliado en Rusia, y el soldado Manning, que guarda prisión.

 

MENOS CONOCIDO

Pero quizás muchos no conozcan el ejemplo del judío Daniel Ellsberg, otro periodista que dio a conocer los crímenes norteamericanos en su agresión a Vietnam, causantes de gran impacto en la opinión pública y que a partir de ahí el establishment norteamericano maniatara de tal forma a la prensa con el fin de evitar cualquier filtración sobre posteriores agresiones.

Así pasó en Iraq y antes en Afganistán, así como en los preparativos para la actual utilización de Ucrania contra Rusia, que obligó a Moscú a emprender una operación militar especial, que ya cumplió dos años y prosigue.

Ellsberg, quien falleció hace ocho meses, a los 92 años de edad,​ fue un analista estadounidense de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos quien, mientras trabajaba en la Corporación RAND, dio lugar a una polémica política cuando filtró al The New York Times y a otros periódicos los llamados Pentagon Papers, un estudio del Pentágono clasificado de alto secreto sobre la toma de decisiones del gobierno de Estados Unidos en relación con la guerra de Vietnam.

Fue galardonado en el 2006 con el Premio Right Livelihood. Ellsberg también es conocido por haber realizado una aportación fundamental a la teoría de la decisión, la Paradoja de Ellsberg.

Sirvió en el Pentágono a partir de agosto de 1964​ bajo la dirección del secretario de Defensa Robert McNamara (y, de hecho, estaba de guardia en la noche del incidente del golfo de Tonkin, inventado por Estados Unidos para agredir al norte de Vietnam, informando del incidente a McNamara). Luego trabajó durante dos años en Vietnam para el general Edward Lansdale como civil en el Departamento de Estado.

Después de servir en Vietnam, Ellsberg volvió a trabajar en la Corporación RAND. En 1967, colaboró en un estudio de alto secreto de los documentos clasificados sobre la gestión de la guerra de Vietnam que había sido encargado por el secretario de Defensa McNamara.7​ Estos documentos, terminados en 1968.

A partir de 1969, Ellsberg comenzó a asistir a actos contra la guerra mientras aún permanecía en su puesto en la Corporación RAND. Su toma de conciencia se produjo al asistir a una conferencia de la War Resisters League en el Haverford College, en agosto de 1969, al escuchar un discurso pronunciado por un insumiso llamado Randy Kehler, quien dijo estar “muy emocionado”, porque pronto podría reunirse con sus amigos en la cárcel.​

A finales de 1969, con la ayuda de su excolega en la Corporación RAND, Anthony Russo, Ellsberg hizo en secreto varios juegos de fotocopias de los documentos clasificados a los que tuvo acceso, los cuales más tarde fueron conocidos como los Pentagon Papers (Papeles del Pentágono).

Estos revelaron que el gobierno tenía conocimiento, desde el principio, de que la guerra muy probablemente no podría ser ganada, y que la continuación llevaría a muchas más víctimas de lo que nunca fue admitido públicamente. Además, como un editor de The New York Times escribió más tarde, estos documentos: «demostraron, entre otras cosas, que la administración Johnson había mentido sistemáticamente, no solo al público sino también al Congreso, sobre un tema de interés nacional trascendente e importante”.

El domingo, 13 de junio de 1971, el Times publicó el primero de los nueve extractos y comentarios sobre la colección de 7 000 páginas. Durante quince días, al Times se le impidió la publicación de sus artículos por orden judicial solicitada por la administración Nixon. Mientras tanto, Ellsberg filtró los documentos a The Washington Post.​

El 30 de junio, la Corte Suprema ordenó que el Times reanudara libremente la publicación (New York Times Co. contra Estados Unidos). Aunque el Times no reveló que Ellsberg era su fuente, este pasó a la clandestinidad durante los 13 días siguientes, sospechando que las pruebas apuntarían a él como la fuente de la publicación no autorizada del estudio.

La publicación de estos documentos fue políticamente embarazosa, no solo para las administraciones Kennedy y Johnson, sino también para la administración Nixon. La cinta grabada en la Oficina Oval de Nixon el 14 de junio de 1971 muestra como H. R. Haldeman describe la situación a Nixon:

“Rumsfeld se refería a eso esta mañana… Para el nombre común, todo esto es una jerigonza. Pero una cosa está clara… Esto demuestra que la gente hace cosas que el presidente quiere hacer a pesar de que estén mal y el presidente pueda estar equivocado».”

John N. Mitchell, fiscal general de Nixon, casi de inmediato emitió un telegrama al Times solicitando la paralización de la publicación. El Times se negó, y el gobierno presentó una demanda en su contra.

Aunque el Times finalmente ganó el juicio ante el Tribunal Supremo, primero un tribunal de apelaciones ordenó que el Times detuviera temporalmente la publicación. Fue la primera vez que el gobierno federal fue capaz de frenar la publicación de un periódico importante desde la presidencia de Abraham Lincoln, durante la Guerra de secesión de EE. UU.

Pero este ejemplo de que “al final prevalecerá la justicia”, no es el que se vislumbra en el caso contra Julian Assange.

El papel en la publicación de los Pentagon Papers fue contado en la película The Pentagon Papers (1993), de Red Holcomb. También se trata su papel correspondiente en la película The Post (2017), de Steven Spielberg. Sobre Assange no hay noticias sobre este aspecto.

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