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Asfixia

18 de mayo de 2016

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Me ha tocado la suerte de haber experimentado en tres lugares del mundo importantes en mí vida: en uno que me vio nacer y al que me encuentro muy unido; y los otros dos en circunstancias de ida azarosa y regreso plácido, en medio de largas jornadas periodísticas.
A todos los ha unido el fuego, en disímiles circunstancias, pero nocivas para el ser viviente. Porque así lo era cuando erróneamente incendiábamos los cañaverales del otrora central camagüeyano con el nombre indígena de Jatibonico (hoy espirituano “Uruguay”); pifia que se sigue realizando con mayor énfasis intencional en Indonesia, con ribete accidental en Canadá.
Precisamente, en ese territorio norteamericano aun sigue ardiendo una pequeña parte de la vasta extensión devorada por quizá el mayor incendio de su historia, que devoró villorrios, parte de una ciudad y extensas zonas con maderas preciosas.
Mientras en Cuba ya no tiene razón aquella melodía del dúo de Los Compadres, refiriéndose a los centrales azucareros que molían caña “quemá”, y en Canadá, el actual gobierno trata de aliviar las consecuencias de los incendios y utiliza recursos para sanear el medioambiente, nada de ello ocurre en Indonesia.
Más grave aun que el trágico tsunami que dio muerte a más de 200 000 personasel 26 de diciembre del 2004 allí, son los continuados incendios forestales, accidentales o intencionales, que la actual política oficial no ha podido contener.
Los ocurridos hace unas semanas en territorio indonesio han podido ser contenidos con dificultad, pero se pueden considerar pequeños con los del 2015, que no recibieron la atención noticiosa necesaria, cuando el mundo se está asfixiando con todo tipo de smog.
En enero del 2005, en viaje a la devastada Banda Aceh por el tsunami, sobrevolé una bella y extensa región selvática, que el pasado año se convirtió en una gran hoguera, sinque se pudieran ver las ciudades, por la escasa visibilidad. Los niños fueron evacuados en buques de guerra, pero algunos ya habían muerto ahogados por el humo, que también acabó con especies vegetales y animales, algunas de ellas únicas. Es decir, todo un infierno ese tipo de fuego que se propagó por más de 5 000 kilómetros del archipiélago indonesio.
El periodista británico Georges Mombiot dice que “…hay una comparación que podría ayudarnos: está produciéndose actualmente más dióxido de carbono que la economía norteamericana. Y en tres semanas, los incendios han liberado más C02 que las emisiones anuales de Alemania”.
Y preguntamos, ¿por qué sucede esto en Indonesia? La publicación, también británica The Guardian, responde: “Allí los bosques los han fragmentado durante décadas las empresas madereras y agrícolas. Se han abierto canales a través de la turba para drenarla y secarla. Las empresas con plantaciones llegan y destruyen lo que queda del bosque, a fin de plantar monocultivos de pulpa de papel, madera y aceite de palma. La manera más fácil de limpiar la tierra es pegarle fuego. Todos los años esto provoca desastre. Pero un año extremo de El Niño, como este 2016, es la fórmula perfecta para un desastre ambiental”.
Sabemos que quienes cometen crímenes contra la humanidad no dudan en hacerlos contra la naturaleza. En el caso de Indonesia, su presidente, Joko Widodo, ha intentado realizar algunos pasos para evitarlo, pero, realmente, su capacidad es limitada.
Las medidas políticas de su gobierno son contradictorias, entre ellas nuevas subvenciones al aceite de palma que hacen casi inevitable nuevas quemas, conel visto bueno devarios funcionarios gubernamentales que dicen que las restricciones impiden el desarrollo del país, cuando solo el año pasado se perdieron más de 30 000 millones de dólares a causa de los incendios.
Cuando Widodo se reunió con Barack Obama en Washington, el presidente norteamericano lo felicitó por sus recientes medidas para prevenir y controlar los incendios, en los momentos que uno de los más letales devoraba una extensa zona de la nación asiática.
Se ha llamado a boicotear a empresas que auspician las talas de bosque, como Starbucks, PepsiCo, Kraft Heinz y Unilever, pero esto es insuficiente para evitar que el mundo entré en una total asfixia.

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