ribbon

Armando Hart Dávalos y la cultura de hacer política

5 de junio de 2020

|

 

Nos acercamos al Aniversario 90 del nacimiento del doctor Armando Hart Dávalos (fallecido en 2017), figura fundacional y relevante de la Revolución Cubana y uno de sus más descollantes pensadores e ideólogos, hombre de la llamado Generación del Centenario Martiano encabezada por Fidel Castro, cuyos aportes teóricos y prácticos dejaron huella indeleble en el curso del proceso revolucionario cubano y se prolongan hasta hoy.

Tuvo Hart la virtud poco frecuente de ser, simultáneamente, hombre de pensamiento y de acción que lo situaron como combatiente de primera línea, llegando a ser el coordinador nacional del Movimiento 26 de Julio en los difíciles años de la tiranía batistiana y jefe de los presos políticos de esa organización en los presidios del Castillo del Príncipe y de Isla de Pinos.

Tras el triunfo revolucionario del 1º de Enero de 1959 fue su primer Ministro de Educación y dirigió -junto a Fidel-, la histórica campaña de alfabetización. Fue secretario de organización del Partido Comunista de Cuba, miembro de su Buró Político y Comité Central, su primer secretario en la provincia de Oriente y diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular.

Al crearse el Ministerio de Cultura fue designado Ministro de ese organismo central del Estado Cubano, donde desarrolló durante veinte años una gestión novedosa, inteligente y eficaz que aun se recuerda y sirve de referencia permanente, cuyos frutos siguen recogiéndose por las posteriores generaciones que preservan su legado.

Hart, abogado de profesión, fue estudioso profundo y a la vez autor fecundo de una numerosa obra filosófica e histórica, conocedor e intérprete apasionado y creador del pensamiento de José Martí y Fidel Castro y también de Marx, Engels y Lenin, a los que consideraba cúspides del pensamiento occidental contemporáneo.

Entre sus aportes fundamentales sobresalen los relacionados con lo que llamó “la cultura de hacer política”, concepto que estudió y desarrolló a partir de una intensa vida política y revolucionaria desde los años de dirigente estudiantil en la Universidad de La Habana.

Tomando como punto de partida la definición martiana de política, consideraba a esta esencialmente como una categoría de la práctica y la asociaba a las ciencias sociales, como es la tecnología a las ciencias naturales. La identidad nacional y las ideas filosóficas, educacionales y pedagógicas han de acompañarla consecuentemente.

Hart insiste en que es necesario saber diferenciar y a la vez relacionar la ideología -entendida como producción de ideas-, con la ciencia, la ética y la política. Nos decía que en el llamado “socialismo real” se confundieron estas categorías y no se supo relacionarlas entre sí, mientras que “el capitalismo, con su pragmatismo galopante y su perversa manera de segmentar la realidad, no nos ofrece ninguna posibilidad de vínculo orgánico entre estas áreas de la actividad humana”.

Como idea clave para comprender y orientar cualquier acción en este sentido, proclamó que era imprescindible desterrar la divisa reaccionaria de “divide y vencerás”, exaltando la de “unir para vencer”, una postura que sostuvo a lo largo de su vida.

Consideraba a la cultura política como una fuente nutriente del patrimonio cultural y a “la cultura de hacer política” como la forma práctica de su materialización y realización, como los modos de vencer los obstáculos que se levantan ante todo proyecto revolucionario progresista.

En cuanto a Cuba -exponía Hart-, los fundamentos teóricos de esa cultura se gestaron desde los tiempos forjadores de la nación e inspiraron y condujeron la política de José Martí en sus luchas por la independencia plena del país y de Fidel Castro por alcanzar la unidad nacional y la justicia social.

Comentarios