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Arcas llenas, corazón contento

13 de agosto de 2015

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Ahora nos enteramos que Alemania aprovechó la crisis griega para rellenar con 100 000 millones de dólares sus arcas ya congestionadas con la perenne tragedia económica de la mayoría de los países de Europa, dependientes generalmente de los bancos alemanes.
No conforme con ello, los banqueros teutones y su canciller, Ángela Merkel. le han hecho la vida imposible al primer ministro Alexias Tsipras y su golpeado y dividido partido Syriza para borrarlos del panorama político, como castigo a su convocatoria popular para demostrar que el pueblo rechazaba la austeridad  impuesta y fortalecida por los acreedores, bendecidos por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Unión Europea.
Quizás muchos se pregunten el porqué ahora humillar a una entidad que obligaron a doblegarse. Pero es que Atenas demostró una rebeldía sin precedentes, que incluso Chipre e Irlanda no tuvieron en circunstancias similares. Al efecto, el gobierno irlandés tuvo el triste privilegio de tomar la batuta de los europeos que menos tienen para exigir el castigo a la osadía griega.
Realmente, la situación del pueblo griego no es nada fácil, porque tendrá que segur viviendo de migajas, con soberanía desaparecida o restringida, pendiente de lo que diga Berlín, con la imposición de tener que privatizar sus recursos y una deuda impagable que será aun mayor cuando le concedan una cifra millonaria que llaman rescate.
Pensamos que había un plan más valiente cuando se enfrentó a los poderosos de siempre, teniendo en cuenta que el Banco Central Europeo podía eliminar el flujo de dinero a los bancos griegos, con lo que no habría ni un centavo para poder desenvolverse, con el consabido pánico popular.
Todo entra en el campo de la ingenuidad y de la falta de decisión, así como del fetichismo arraigado en el gobierno y la mayor parte del  pueblo de que no se podía vivir fuera de la zona euro.
Era mucho para Tsipras asumir el impago de la deuda y el rechazo a la dependencia del euro, ya que no calculó que ello se estrellaría con una estructura férrea de la Unión Europea, dirigida por la mano de acero y las prácticas imperialistas de Alemania, que volvieron inexistente el apoyo de un pueblo que, lamentablemente, no se ha librado mental ni físicamente, repito, de la dependencia del euro.
A ello se suma la actuación de los buitres de siempre, incluso de eso que llaman absurdamente izquierda europea, que recomendaban seguir la pauta de la “tranquilidad” antes que verse en una situación de dependencia del fascismo de Marina Le Pen en Francia o del gobierno ruso.
Recordemos que fue el fracaso de la socialdemocracia y de sus gobiernos “democráticos” -como está sucediendo ahora- lo que propició el auge del nazismo en Alemania y el fascismo en Italia, con las consecuencias posteriormente conocidas durante la Segunda Guerra Mundial.
Como expresó el especialista Marcelo RIghetti a fines de julio pasado:
“Difícil parece que la socialdemocracia vire hacia posiciones progresistas después que ha venido  deslizándose por un enjabonado tobogán neoliberal desde la década de los ochenta.”
Cierto, porque la construcción de una “Europa de los pueblos”, como propagandizan loe medios seudoizquierdistas, es imposible dentro del corset alemán en la Union Europea, una Alemania que solo le interesa tener las arcas llenas de sus bancos y mantener el corazón contento a costa de los más débiles.

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