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Apostando por el “conservador”

16 de octubre de 2019

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La juventud y la mayor parte del pueblo tunecino acaban de dar un fuerte espaldarazo al considerado conservador, amante de la austeridad y neófito en política Kais Saied para que fuera su próximo presidente, en una segunda vuelta bastante más concurrida (57%) que la primera, cuando casi el 59% de los electores no ejercieron su derecho a escoger entre 21 aspirantes a suceder al fallecido mandatario Beji Caid Essebsi, el primero electo por sufragio universal, lo cual obligó a adelantar las elecciones varios meses.
Saied, de 61 años, jurista y catedrático, experto en derecho constitucional, lideró una campaña de bajo costo, al favorecer las reuniones puerta a puerta en lugar de las masivas. “Soy un candidato independiente, no represento a ninguno de los partidos. Hago campaña por mi cuenta, y me niego a recibir ayuda”, declaró.

El abogado, desconocido para el público en general hasta hace poco, lideró la primera vuelta con un 18,4% de los votos, y la decisiva con un apabullante 77%.

El apoyo que recibió fue alimentado por un rechazo generalizado entre los votantes a la clase política árabe posterior a la farsa conocida como la primavera árabe o la “revolución de los jazmines”.

Según el Observatorio para la Defensa del Derecho a la Diferencia, que clasificaba a los candidatos en función de su posición sobre las libertades individuales, es uno de los más “conservadores”: contra la abolición de la pena de muerte y contra la derogación de los textos que castigan la homosexualidad y el atentado al pudor, que se han utilizado en particular para condenar a las parejas no casadas que se besan en la calle.

Pero independientemente de esa posición, este abogado, adepto de un árabe literario riguroso, aboga por una nueva revolución a través de la ley. Sus compromisos políticos incluyen una descentralización radical del poder y la creación de una nueva red de consejos locales electos dirigidos por funcionarios públicos, que quedarían excluidos si abusaran de su poder. En un video en línea, defiende su visión como una hoja de ruta para “asegurar que la voluntad del pueblo llegue a los más altos niveles del gobierno central y poner fin a la corrupción”.

También dejó claro que estaba en contra de la igualdad en la herencia, una cuestión delicada, porque afecta a un principio dictado por el Corán, según el cual una mujer hereda la mitad de lo que hereda un hombre.

Kaïs Saïed tiene un estilo de vida sencillo y sin pretensiones, al igual que el mensaje anticorrupción que pretende difundir: vive modestamente en un distrito de Túnez y su oficina se encuentra en un apartamento en ruinas en el corazón de la capital.

Pero a pesar de algunos aspectos conservadores, un número considerable de jóvenes le respaldaron en una nación en que se sienten abandonados, con un desempleo del 30%, el doble del 15% total.

Muchos de los graduado universitarios, el 32%, no tienen empleo,  a la que vez que otro segmento con un 25% de  desempleo, constituido por las mujeres, viaja todos los años al sur de España para participar en la recogida de uvas. Allí son maltratadas impunemente por sus empleadores.

Frente a Saied estuvo un político también sin partido, pero con mucho más dinero, Nabil Karoui, quien se declara ideológicamente de “izquierda” y con un discurso modernista.

Karoui tiene 56 años y fue liberado de prisión el miércoles 9 de octubre por decisión del Tribunal de Casación. Este empresario, quien estuvo encarcelado desde agosto, fue acusado de lavado de dinero y evasión fiscal y había pedido que se retrasaran las elecciones por una semana para que, como él argumento,  “los tunecinos puedan escucharme como candidato y para que puedan examinar mi programa y compararme con mi oponente”. Pero esta solicitud fue rechazada.

El magnate de la prensa, basó su riqueza en su imperio mediático y su actividad filantrópica. Después de la crisis política del 2011, el canal Nessma, que fundó, pasó de la programación de entretenimiento a las noticias, convirtiéndose en una de las mayores emisoras privadas del país. Esto le dio una buena visibilidad: durante tres años organizó un espectáculo benéfico y distribuyó electrodomésticos a familias necesitadas.

A principios del 2019, se volcó hacia la política y se presentó como un “liberal modernista”. “Mi programa es la apertura total de la economía con las reformas necesarias para atraer las inversiones extranjeras”, declaró.

El candidato quería dirigirse a las clases bajas con las que se encontró mientras viajaba por el país antes de ser encarcelado. “El contacto directo con la gente realmente me conmovió”, dijo a AFP a través de su abogado.

Pero también es una figura controvertida: ha enfrentado múltiples batallas legales en los últimos años y ha acusado al gobierno de politizar la justicia. Hasta el día de hoy, sigue siendo acusado de evasión fiscal y blanqueo de dinero. Sus activos fueron congelados y se le impuso una prohibición de viajar.

Nabil Karoui jugó su última carta acusando a su oponente Kaïs Saied de ser un “brazo” del partido de inspiración islamista Ennahda, ganador de las elecciones legislativas con 52 escaños en el Parlamento de 217. En efecto, varios partidos, incluyendo Ennahda, pidieron que se votara por Kaïs Saïed en la segunda vuelta,

Lo cierto es que la población  dio un voto de confianza a un hombre que, sin ser perfecto, puede sacar al país de la crisis económica y darle una mejor calidad de vida.

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