ribbon

Anuncio compartido

22 de febrero de 2016

|

 

En Washington y en La Habana, se produjo simultáneamente la información: Obama viajará a Cuba el próximo mes.
Cualquier matiz, en uno u otro caso, sobre el contenido de la agenda del mandatario en su estancia de dos días –21 y 22 de marzo– en la capital cubana, no ha quitado preponderancia a una noticia que ha llenado el mundo mediático, ya sea en medios escritos, televisivos, radiales o en la red de redes.
Según pasan los días, ya aparecen en medios occidentales, alguna que otra malintencionada información, o llamados “análisis” de trasnochados mercenarios de la información, que pretenden echar por la borda lo que se ha avanzado y lo que se hace necesario avanzar en el camino hacia relaciones verdaderamente de respeto entre dos países vecinos.
Cuba, serena y confiada. Su apuesta es la independencia y la soberanía. La resistencia de más de cinco décadas da fe de ello. La dignidad es parte de la vida cotidiana de todo el pueblo.
Barack Obama vendrá a Cuba y aquí se le recibirá con respeto y consideración. Enhorabuena la decisión del Presidente norteamericano, que una vez más muestra su interés real por el cambio de una política obsoleta, llena de frustraciones para casi una decena de administraciones estadounidenses.
El propio mandatario sabe que para lograr lo que se ha propuesto, puede adoptar decisiones sin someterse a la intransigencia del Congreso.
Venir a Cuba es plausible. También lo es todo lo hecho desde el 17 de diciembre del 2014 –e incluso desde antes– cuando en el más absoluto silencio se tejió la madeja que condujo al restablecimiento de las relaciones bilaterales.
Pero en este –su último año en la Casa Blanca–, el presidente Obama puede sacar de su portafolio varias decisiones que al menos liberarían medidas coercitivas propias del bloqueo o relacionadas con ese diabólico y cruel engendro.
Cuba exige el fin del bloqueo. Los cubanos necesitan el cese de esas medidas. Por ello, las acciones presidenciales que puede aplicar Obama, aunque no sean la solución completa, irían por el camino correcto y ayudarán a cimentar la confiabilidad mutua, la credibilidad internacional y el apoyo de todos los pueblos, en primer lugar el cubano y el norteamericano.
La noticia de la visita de Obama a Cuba seguirá encabezando los espacios informativos del mundo mediático y, según nos acerquemos a la fecha del 21 de marzo, más se divulgará sobre el hecho.
Por supuesto, ya a estas horas, cuando apenas dos jornadas nos separan del anuncio compartido, deben haber saltado las liebres –internas y externas– temerosas de la nueva realidad que se va imponiendo en la relación bilateral.
Hay pánico entre aquellos que durante décadas han vivido de palabras como oposición, anticastrismo y otras acuñadas por quienes con abultadas sumas de dinero en sus bolsillos, han preferido apoyar el bloqueo aunque hasta sus propios familiares sean víctimas de la cruel medida.
Nuestro pueblo, sin que quepa la menor duda, sabrá recibir al mandatario norteamericano, con la cabeza en alto, sabiéndose dueño pleno de su destino y convencido que el mundo de nuestros días exige, más que confrontación y guerras, diálogo constructivo entre todos, no importa la ideología, la raza o la religión que practique.
Hacer un mundo donde todos podamos vivir en paz aunque pensemos distinto

Comentarios