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Almagro cumple con Trump

23 de mayo de 2019

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Esta vez fue en la Argentina de Macri, la subordinada en cuerpo y alma a los designios del Fondo Monetario Internacional. La que ha inventado una acusación contra la ex presidenta Cristina Fernández, algo muy parecido a lo que ocurrió con Lula en Brasil, en ambos casos con la clara intención de «sacarlos» de la candidatura electoral para los comicios de octubre próximo.

Hasta allí fue un personaje pálido y vil de la política latinoamericana. Nada menos que Luis Almagro, el secretario general de una OEA que solo sirve a los intereses de Washington.

Para no perder su costumbre de aborrecible corre ve y dile del presidente Donald Trump y su equipo de fundamentalistas blancos, arremetió una vez más contra Venezuela y hasta amenazó a los países latinoamericanos con aquello de «si Maduro continúa en el poder, el resto de los países de la región pagarán el costo».

Y dijo más: «de hecho, varios países de América Latina ya se ven afectados por la exportación de la crisis» de Venezuela.

Para que no quepa duda de su vocación anti cubana y anti nicaragüense, el titular de la OEA recalcó que en Venezuela se vive la forma de exclusión «más determinante y más grosera» entre las que padece la región, seguida por las coyunturas de Cuba y Nicaragua.

Respecto a la reunión que ha concluido en Noruega entre representantes del gobierno y de la oposición venezolana, el furibundo Almagro prefirió callar y dedicar todos sus dardos envenenados a sus diatribas ya gastadas contra Maduro y a repetir como un papagayo que «Cuba tiene en Venezuela a 22 000 cubanos que realizan tareas de represión civil y tortura».

De esa manera se refiere este vulgar mercenario a los 22 000 médicos y demás trabajadores de la salud cubanos que salvan vidas en la nación bolivariana, sin preguntar a sus pacientes si son chavistas u opositores.

Debía comprender el señor Almagro que la única enfermedad que no pueden curar  nuestros galenos, es la intrínseca a las carencias de moral, valor y ética de un personaje dedicado todo el tiempo a recorrer países de la región —siempre con salida y regreso en Washington— como portador del mensaje más criminal y cínico que pueda poseer un ser humano.

Del diálogo propuesto por el gobierno de Nicolás Maduro y roto una y otra vez por los sectores más radicales de la oposición, nada comentó el secretario general de la OEA, aunque esa institución mercenaria debía servir de propiciador de conversaciones flexibles, respetuosas y no injerencistas, y mucho menos con ingredientes de una administración como la estadounidense, que solo busca derribar al gobierno de la Revolución Bolivariana para así apoderarse de los cuantiosos recursos petroleros de esa nación.

Antes de viajar a Buenos Aires, Almagro visitó Bolivia, país que celebrará elecciones el 20 de octubre y donde el actual mandatario Evo Morales aparece como favorito en todas las encuestas.

Y, aunque la oposición boliviana no estuvo de acuerdo con la reunión sostenida entre Almagro y Evo Morales, es muy importante que los sectores progresistas favorables a Evo y el propio mandatario, no olviden que esta especie de alacrán venenoso puede usar sus aguijones en cualquier momento para tratar de desmontar al gobierno que más ha hecho por el pueblo boliviano desde su independencia.

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