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Algo más que el tema nuclear iraní

2 de julio de 2018

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El objetivo de Estados Unidos siempre ha sido y ahora lo es más que nunca, asfixiar económicamente a la República Islámica de Irán, y lograr con ello el derrumbe del gobierno antiimperialista que conduce los destinos de la nación persa.

No son nuevas las sanciones, las amenazas, el involucramiento de la CIA en los planes desestabilizadores, como tampoco es nueva la decisión soberana de la República Islámica de construir su propio presente y futuro y desarrollar relaciones de amistad y colaboración con quienes así considere.

Desde muchos años atrás, cuando el tema nuclear iraní no existía, Estados Unidos apoyó de todas las formas al régimen cruel del Sha Mohammed Reza Pahlavi, y luego del triunfo de la Revolución de 1979, acudió a una sistemática guerra sucia contra la nación persa, que llega hasta nuestros días.

Incluso, fueron los estadounidenses y los franceses los primeros en fomentar el desarrollo nuclear en Irán en la época del Sha. Es decir, que cuando por vez primera se habló de energía nuclear en la nación persa, se hizo en inglés y francés.

Tras el triunfo de la Revolución Islámica, los planes sobre el desarrollo nuclear siempre han sido conducidos a su utilización pacífica, para la producción de energía eléctrica y en el fomento de su uso en la medicina.

Pero siempre Estados Unidos estuvo, como lo está ahora, interesado en el objetivo mayor: destruir el proceso revolucionario en esa nación.

Al respecto, los gobiernos de turno en Washington enfilaron sus lanzas y aparecieron las sanciones, las amenazas militares y las más diversas provocaciones.

Mientras, en Teherán, las autoridades resisten junto a su pueblo todas las medidas adoptadas por Estados Unidos y continuadas por países europeos.

La nación ha desarrollado una estrategia en respuesta a los bloqueos y sanciones impuestos desde Occidente, de manera que la limitación de sus exportaciones de petróleo y gas, no paralizan al país.

Dentro de esa táctica, Irán concibió y desarrolló un programa nuclear pacífico que ha sido cuestionado por Estados Unidos.

Se hizo imprescindible entonces que el país persa bajo la dirección de sus autoridades gubernamentales y religiosas, acudiera al pueblo para que, una vez más, fuera la resistencia popular la encargada de seguir desarrollándose y no hacer concesiones a potencias foráneas.

La más clara evidencia respecto al objetivo de Estados Unidos se puso de manifiesto con la abrupta ruptura por el actual mandatario estadounidense Donald Trump,  del Pacto Nuclear firmado en 2015 por potencias como Reino Unido, Francia, Estados Unidos, Rusia, China y Alemania, que durante casi dos años arrojó resultados positivos y tranquilidad a la comunidad internacional, con una sistemática verificación de que Irán estaba cumpliendo con lo pactado.

El acuerdo contemplaba, a su vez, levantar las sanciones económicas que habían sido impuestas a Irán por Occidente, principalmente por Estados Unidos.

Recordemos que las sanciones deterioraron en gran medida su economía, costándole más de 160 000 millones de dólares de ingreso por la no exportación de petróleo, solo entre 2012 y 2016.

Cuando ya Irán, tras el Acuerdo Nuclear se disponía a tener acceso a unos 100 000 millones de dólares congelados en el exterior, así como reanudar sus exportaciones del combustible a los mercados internacionales, apareció Trump con su salida del Pacto, decisión arbitraria y unilateral, hasta ahora criticada por las demás potencias firmantes.

Esta es la confirmación de que la ruptura de Trump con el Pacto Nuclear Iraní, más que tener en cuenta el tema nuclear mismo, lo que pretende es ahogar a la nación persa económicamente, continuar las sanciones y limitar sus posibilidades de exportaciones e importaciones en los mercados internacionales.

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