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Alemania frena pero camina

23 de octubre de 2014

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El gobierno alemán hizo público, de manera oficial, que el pronóstico de crecimiento para el presente año ha bajado de 1,8% a 1,2%.
La noticia impactó en diversos sectores de la economía del país, no obstante haberse recibido con cierta pasividad por parte de la clase media más involucrada en el presente que en lo que pueda ocurrir en el futuro inmediato.
En la sicología del alemán promedio, el hecho de que a su país se le haya considerado históricamente como la locomotora de la economía europea, y que ahora atraviese por dificultades propias de la crisis que vive el mundo, es culpa, en lo fundamental, de los países vecinos, fundamentalmente los del Este, más golpeados que otros.
La crisis en el resto de la Unión Europea ha golpeado las exportaciones. Y los fabricantes alemanes que tienen vínculos estrechos con Europa del Este se han visto duramente afectados por la situación en Ucrania y las sanciones occidentales contra Rusia, refiere un despacho noticioso de la BBC Mundo.
Para el ministro alemán de Economía, Sigmar Gabriel, “la economía está navegando por aguas extranjeras turbulentas”, según declaró a la prensa esta semana.
Tampoco escapa en el panorama de la gran potencia europea la dependencia del suministro de gas de Moscú, de tanta importancia en el comienzo de la temporada invernal.
Hay dos elementos, en mi opinión, que pueden ser detonador de mayores problemas para la economía y la política de Berlín: el primero de ellos es que, aunque el país es referencia por su economía, la diferencia entre pobres y ricos crece en número y en tamaño.
Por otro lado, aunque el gobierno de la canciller Ángela Merkel se sabe involucrado en la concepción de una economía y un comercio muy vinculado con Rusia, la sumisión a los dictados de Washington pueden provocar mayores problemas para una población cada vez en mayor medida afectada por la crisis; y una clase media y alta que ve peligrar muchos de sus intereses si se cierran los vínculos económicos y comerciales con Rusia.
Hoy día, según refleja la prensa europea, no son pocos los que vislumbran más cifras negativas en el desarrollo, como la caída de las exportaciones, el posible desplome de la producción industrial y el escepticismo creciente de los inversionistas.
A su favor, Alemania exhibe indicadores macroeconómicos muy superiores a los del resto de Europa, el desempleo es de un 5% de la población laboralmente activa y la inflación no llega al uno por ciento.
Sin dudas, la bonanza económica alemana, aunque afectada por la crisis sistémica que vive Europa, le ha permitido frenar sus pronósticos de crecimiento para el presente año, pero sin dejar de caminar a la cabeza de los demás estados del Viejo Continente.

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