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Alemania engrasa sus cañones

1 de julio de 2016

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Tal como lo ha estado haciendo cada vez que algo o alguien contraria sus intereses, Alemania ha amenazado económicamente a Gran Bretaña, luego que el electorado de este país decidiera separarse de la Unión Europea (UE), un hecho que, de cumplirse regularmente, debe tardar unos dos años.
Como se sabe, Alemania es tildada como la locomotora de Europa, por encima de Gran Bretaña, la segunda potencia económica continental. Los bancos alemanes son famosos por el control de las finanzas de la mayoría de los países de la UE, muy superior al de los británicos.
Realmente, Berlín no quería la separación de Londres, y apoyó públicamente al premier Cameron en este sentido, por lo cual ha reaccionado agresivamente al conocer el resultado del referendo.
Y es que esto puede dar un ejemplo a otras naciones que han estado pensando sobre una cuestión que es difícil de determinar si es buena o mala, debido a sus múltiples aristas, aunque ya es un síntoma adverso que diversas tendencias de derecha se frotan las manos, al pensar que pueden sacar ventajas de las situaciones de malestar social, como ocurre ahora en Francia.
De todas maneras, si la separación de Gran Bretaña llegara a tener un efecto dominó, tendría graves consecuencias en un primer momento, una situación que teme la propia Alemania, que sigue siendo un factor fundamental del neoliberalismo en Europa, dispuesto a proteger a los intereses de su poderosa banca.
Como ejemplo todavía reciente, impidió al gobierno de Syriza en Grecia eliminar las políticas de austeridad impuestas al pueblo, atentatorias a los derechos humanos más fundamentales.
Alemania influyó decididamente para que el Fondo Monetario Internacional no tuviera un tratamiento especial acerca de una deuda contraída en onerosas condiciones y que no debió ser contraída por anteriores gobiernos griegos, demostradamente venales, que llevaron al pueblo a la desesperación.
Así como Alemania se especializó en castigar la osadía de Atenas, se dispone a hacerlo, de manera más sutil, con el deseo separatista británico.
Y es que la propia Alemania está guardando sus espaldas de una posible recaída económica general más profunda que la actual mundial.
No debemos olvidar que el llamado milagro alemán se sustentó en la condonación de la deuda que contrajo Alemania tras las dos contiendas mundiales y ha reforzado en la actualidad, imponiendo una ultra austeridad que le reporta pingues beneficios y ha creado enormes desigualdades sociales.
Trece millones de alemanes viven en riesgo de indigencia en la cuarta –subrayo– economía mundial y segunda exportadora del planeta, donde uno de cada seis ciudadanos está al borde de la pobreza.
Pero qué les importa esto a los magnates alemanes, obsesionados ahora con meter en cintura a los veleidosos británicos y castigar a quienes osen seguirlos, como antes hizo con el pueblo griego.

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