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Alegría para unos, pesar para otros

15 de septiembre de 2017

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No había transcurrido un mes, y ya la alegría indígena por la decisión del Tribunal Supremo de Canadá de bloquear las exploraciones petrolíferas, se convirtió en sobresalto, al decidir las autoridades de Columbia Británica que se mantuviera la ampliación del oleoducto Kinder Morgan a expensas de miles de pobladores que quieren proteger el hábitat natural.

Se sabe que la decisión principal viene del gobierno liberal de Justin Trudeau, quien hasta ahora ha mantenido una política más respetuosa hacia el pueblo aborigen que el anterior gobierno conservador.

Tan es así que el propio Trudeau consideró beneficiosa para la nación, independientemente del desarrollo económico, que las exploraciones petrolíferas hayan sido detenidas en una vasta región en el norte de Canadá, frente a Groenlandia, accediendo a la demanda de la aldea inuit.

La sentencia fue calificada de histórica, al considerarse que tendráimpactos de largo alcance, en el espacio y en el tiempo, para los derechos indígenas amenazados en Canadá y para los proyectos de extracción de recursos, incluidas las exploraciones petrolíferas en el Ártico, las arenas bituminosas y los oleoductos.

Los mil habitantes de Clyde River llevaron su caso ante el máximo tribunal del país para combatir las explosiones sísmicas, una peligrosa forma de exploración petrolífera que supone hacer estallar explosivos bajo las aguas profundas para localizar la presencia de depósitos de petróleo en el lecho marino. La vida marina de la que la comunidad depende tradicionalmente para su seguridad alimentaria podría resultar herida, o incluso muerta, por el ruido ensordecedor de las explosiones.

El caso de Clyde River pedía al Tribunal Supremo que detuviese un proyecto de explosiones sísmicas de cinco años, que había sido aprobado por la Junta de Energía Nacional durante el anterior gobierno. Este órgano gubernamental se saltó una verdadera consulta con las comunidades impactadas. Es decir, no basta con “cumplir el expediente”, sino que el derecho a ser consultado tiene que garantizar que se pueda participar activamente y con pleno conocimiento. De manera que la sentencia refuerza el respeto a los derechos indígenas y supone un precedente crucial para frenar las ambiciones petroleras por todo el país, que no solo afectan a las comunidades indígenas, sino al planeta entero.

Pero la alegría general no duró mucho, porque un proyecto de amplia extensión en Columbia Británica, la construcción del mencionado oleoducto de Kinder Morgan, mantuvo la aprobación oficial, todo en aras de mayores ganancias económicas a costa de la salud humana y ambiental. Así se hacía trizas las palabrasde uno de los líderes indígenas, el exalcalde de Clyde River Jerry Natanine: “sabemos que somos parte de la tierra, y una economía que destruye la tierra nos destruye a nosotros mismos”.

En tanto, la tensión entre nativos y autoridades ha subido tanto, que los aborígenes se niegan a abandonar sus tierras ante el constante peligro de incendios que asolan a amplios sectores de Columbia Británica.

Oficiales de la Policía Federal les dijeron que debían abandonar su territorio y que si no lo hacían, corrían el riesgo de que las autoridades se llevaran a sus hijos. En lugar de obedecer esa instrucción, los indígenas erigieron una barrera contra el fuego y se prepararon para luchar.

“Somos un pueblo que generación tras generación continúa viviendo en una zona de incendios forestales. Esto no es nuevo para nosotros”, dijo el jefe indígena Joe Alphonse, cuya comunidad se encuentra a unos 100 kilómetros al oeste de Williams Lake. “Nosotros sentimos que este es el lugar más seguro para los miembros de nuestra comunidad”.

Aproximadamente unas mil personas viven en la reserva, pero Alphonse indicó que sólo unos 300 indígenas se quedaron para luchar contra los incendios.

En las discusiones entre indígenas y autoridades los ánimos se caldearon y Alphonse sugirió que si sus propios bloqueos de carretera no lograban mantener a la Policía Federal fuera de sus territorios, quizá unos disparos de advertencia sobre sus cabezas lo conseguirían.

“El lugar más seguro para nuestros niños está aquí, junto a sus familias, bajo la supervisión del liderazgo de esta comunidad”, dijo Alphonse.

En respaldo a sus palabras, la Unión de Jefes Indígenas de Columbia Británica aseveró que los pueblos indígenas tienen el derecho fundamental de tomar decisiones sobre la protección y defensa de la seguridad, la salud y el bienestar de sus comunidades.

Robert Turner, del Servicio de Gestión de Emergencias, admitióque la posición de Alphonse era correcta. Y es que en Canadá, a diferencia de Estados Unidos, las llamadas Primeras Naciones tienen la autoridad para emitir sus propias órdenes de evacuación de sus territorios.

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