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Al estilo del oeste norteamericano

7 de marzo de 2022

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Si algo refleja el accionar político de los gobiernos de Estados Unidos, es algún tipo de cine —el llamado cine del oeste— donde pueden aparecer escenas inverosímiles, al menos para la época en que vivimos. Esta vez los pistoleros no andan en caballo y no usan revólveres, sino misiles, cañones, tanques y aviones.
Cómo imaginarnos que, ya transitando por el Siglo XXI, el senador republicano Lindsey Graham sugiera públicamente, que «alguien en el Kremlin, debería matar al presidente ruso, Vladimir Putin», para así dar solución al conflicto en Ucrania.
Pero ocurrió y hasta pasó como una de las muchas diatribas anti rusas que por estos días inundan a un mundo en el que predomina la mentira mediática —y política— como matriz de opinión impuesta por quienes dicen ser paradigmas de la libertad de expresión. Estados Unidos, a miles de kilómetros de la escena de combate, dirige lo mismo la guerra mediática que la de aplicación de sanciones. Europa se presta para acompañarlo, a sabiendas de que, en todos los campos, sale perjudicada. No debieran olvidar los del Viejo Continente que al que «a mal árbol se arrima, buen tronco le cae encima» parodiando al conocido refrán español.
Mientras, desde occidente siguen llegando a Kiev, los misiles antitanque de fabricación estadounidense Javelin y los británicos NLAW, así como cientos de misiles antiaéreos Stinger, también fabricados en Estados Unidos, estos últimos con el objetivo expreso de derribar los helicópteros rusos.
Alemania, por su parte, informó del envío a Kiev de 500 misiles Stinger y otras armas, por lo general fabricadas por el Complejo Militar Industrial estadounidense.
Paralelamente el mandatario ucraniano anunció la convocatoria a 16 000 mercenarios extranjeros, contratados por agencias de seguridad como Academi (anteriormente conocida como Blackwater) de pésima recordación por su implicación en crímenes y torturas durante la invasión y ocupación de Estados Unidos a Irak, así como Cubic y DynCorp.
También desde el imperio yanqui se instrumentó la más despiadada campaña mediática, montada sobre plataformas de mentiras, pero que repetidas millones de veces, muchos las asumen como ciertas.
Y si aún faltaba algo para mostrar su «libertad de prensa», además de la matriz mediática basada en la falsedad, se aplicaron sanciones contra los principales medios de prensa de Rusia, RT y Sputnik.
Pero eso no es suficiente y Occidente se ha lanzado contra los más prestigiosos artistas e instituciones afines a Moscú, que ahora no podrán presentarse en ningún país europeo y por lógica, tampoco en Estados Unidos.
Los casos más sonados fueron los del director de orquesta Valeri Guérguiev y de la soprano Anna Netrebko, dos estrellas de la escena clásica internacional. La Ópera Estatal de Baviera, de Múnich, anuló los compromisos que tenía con los artistas por lo que considera una «falta de distanciamiento» de ambos respecto al gobierno de Vladímir Putin.
En tanto, el mítico Teatro La Scala de Milán, anunció que canceló la presentación de Guérguiev en el coliseo. El músico tenía previsto dirigir este mes cuatro representaciones pendientes la ópera La dama de picas, del compositor ruso Piotr Ilich Chaikovski.
Similares sanciones se imponen a los atletas rusos de todas las disciplinas, que no podrán competir en ninguna actividad en los flamantes y «democráticos» países occidentales.
El plan anti ruso resulta, además, bastante ridículo. Tampoco los gatos quedaron fuera de las sanciones contra Rusia, y este jueves la Federación Internacional Felina (FIFe) prohibió la participación de los gatos rusos en las exposiciones que organiza en el exterior, informó Sputnik.
Por esa razón, decidió que a partir de este 1 de marzo «ningún felino criado en Rusia puede ser importado y registrado en los libros de pedigrí FIFe fuera del territorio de ese país».

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