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Al «amparo» de la biblia

3 de junio de 2020

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Minutos antes, el presidente Donald Trump había prometido el despliegue de miles de soldados para frenar la ola de protestas que estremecen a Estados Unidos luego del crimen contra de George Floyd, un afro norteamericano más que fallece por la acción de un policía blanco.
Ahora, Trump irrumpe en silencio en la Iglesia Episcopal de Saint John, muy cercana a la Casa Blanca, con el único objetivo de tomarse una foto con la biblia en una de sus manos, que levantaba ante la mirada de los fotógrafos y camarógrafos.
La encargada de la iglesia, Mariann Budde, mostró su indignación por la visita del mandatario y declaró al Washington Post: «Estoy perpleja. Necesitamos liderazgo moral y el presidente ha hecho todo para dividirnos y acaba de usar uno de los símbolos más sagrados de la tradición judeocristana».
Mientras, en las calles de decenas de ciudades estadounidenses, miles de personas protestan airadamente contra los reiterados crímenes racistas que son estimulados por un presidente representante de la supremacía blanca.
Ante la airada reacción de la comunidad afro americana, Trump ordenó el despliegue masivo de militares y policías y él fue recluido en el bunker existente en la Casa Blanca, llevado allí por sus guardias de seguridad.
«Soy su presidente de la ley y el orden», enfatizó Trump. «En estos momentos, estoy enviando a miles y miles de soldados fuertemente armados, efectivos militares y agentes del orden público para detener los disturbios…» advirtió.
Despachos de prensa recuerdan que el presidente puede implementar tales medidas bajo la Ley de Insurrección de 1807, cuyo contenido, modificado varias veces desde que se aprobó por primera vez, «autoriza el empleo de las fuerzas terrestres y navales de EE.UU. para responder a cualquier insurrección, violencia interna, combinación ilegal o conspiración».
Es evidente el odio racial imperante en las estructuras de poder en Estados Unidos, que consideran estas protestas como una «insurrección» a la que hay que derrotar con las armas.
El escenario de las manifestaciones masivas contra el racismo en Estados Unidos, acompaña ahora la situación de un país convertido en epicentro de los efectos del virus SARCov2, por culpa del mal manejo que ha hecho el presidente Trump de los planes para abordarlo, así como por la falta de un sistema de salud confiable que facilite el acceso a todos los seres humanos.
Hasta este 2 de junio, en Estados Unidos había un millón 870 000 personas confirmadas con el virus y se habían producido más de 106 000 fallecidos.
El panorama interno se le hace más difícil que nunca a un mandatario que pretende reelegirse cuando hoy faltan exactamente cinco meses para los comicios presidenciales.
Y, aunque a las encuestas relacionadas con las posibilidades de uno y otro contendiente, no le doy la mayor credibilidad, lo real es que solo una población totalmente enajenada y ciega, podría favorecer a Trump en estas circunstancias.
El último de los sondeos, publicado en el diario Washington Post y la cadena ABC, da como favorito al aspirante demócrata Joe Biden, con una diferencia de 10 puntos por encima del republicano.
No obstante, los propios medios que citan estos datos, recuerdan que se trata solo de encuestas que no siempre son indicativos de lo que puede suceder a la hora de emitir los votos y que en las elecciones del 2016, la gran mayoría de los sondeos conferían la victoria a la demócrata Hillary Clinton por encima del propio Trump, pero finalmente, en medio de un sistema electoral complicado y hasta dudoso, fue él quien alcanzó la victoria.
De todas maneras, en mi opinión, los errores del actual presidente y las circunstancias actuales, no son ni parecidas al entorno del 2016. Tampoco el aspirante demócrata es el mismo. Entonces, solo faltaría saber —y lo sabremos el 3 de noviembre— qué hará el pueblo estadounidense a la hora de emitir la boleta…
Esperemos.

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