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Aires de Abril en Portugal

16 de noviembre de 2015

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Portugal ha recordado por estos días aquel sueño de la Revolución de los Claveles que en abril de 1974 estremeció al pueblo portugués, con oficiales de baja graduación que dieron al traste con el fascismo y se negaron a servir de carne de cañón en la represión a la lucha anticolonial en África.
Por primera vez en mucho tiempo la izquierda obró consecuentemente y, unida, provocó la caída del gobierno de derecha de Pedro Passos Coelho, que apenas duró once días.
La mayoría izquierdista en el Congreso convirtió así al ente gobernante en el más breve en la historia de lo que denominan democracia en Portugal.
El gobierno conservador de Pedro Passos Coelho había sido el resultante resultante de las elecciones del 4 de octubre. La izquierda aprobó una moción de rechazo con la que derribó este Ejecutivo por 123 votos a favor y 107 en contra.
Passos Coelho ganó los comicios con cerca del 39% de los votos, seis puntos más que el segundo, el líder socialista Antonio Costa, una victoria aún así insuficiente para revalidar la mayoría con la que contó en la anterior legislatura.
Debido a las características del sistema político portugués –semipresidencialista, al estilo del francés–, la Constitución otorga al jefe del Estado un vasto poder a la hora de interpretar el resultado de las elecciones y decidir quién debe formar Gobierno. El presidente, el conservador Aníbal Cavaco Silva, escogió como primera opción a Pedro Passos Coelho por ser el aspirante más votado, a sabiendas de que corría el riesgo de ser tumbado en su primera intervención en el Parlamento.
La Carta Magna no obliga a que el nuevo Ejecutivo someta a votación su programa –una característica que la mayoría de juristas justifica con el objetivo de favorecer la existencia de gobiernos en minoría–, pero sí permite a la oposición presentar una “moción de rechazo” que, de ser aprobada, implica la dimisión del gabinete de ministros, tal y como ha ocurrido. Desde la llegada de la “democracia” a Portugal, hace más de cuatro décadas, este recurso sólo prosperó una vez, en 1978, con el independiente Alfredo Nobre da Costa como líder del gobierno.
En estas circunstancias, el protagonismo recae nuevamente en Cavaco Silva, quien debe volver a reunirse con todos los partidos antes de hacer pública su decisión. El presidente tiene ahora que elegir entre encargar a la izquierda la formación de Gobierno, mantener al actual en funciones hasta la celebración de nuevas elecciones –no antes de junio de 2016– o formar un Ejecutivo “de iniciativa presidencial” con personas independientes.

En la unión está la fuerza

Muchos años pasaron para que la izquierda comprendiese que no podía seguir fragmentada, dejando que en el poder sucedieran gobiernos conservadores y seudosocialistas plegados a la troika que hace y deshace en la Unión Europea, al servicio de los más reaccionarios intereses del capitalismo, principalmente de Alemania –la gran dominadora- y Francia.
El más fuerte grupo, el Bloque de Izquierda, es una coalición constituida por el Partido Socialista Revolucionario (trotskista) y la Unión Democrática de Portugal (de origen maoísta) junto a otros agrupamientos menores e independientes, con representación parlamentaria y activa presencia en las luchas sociales. A ello se suma el Partido Comunista Portugués.
La campaña electoral del Bloque fue muy audaz; su portavoz, Catarina Martins, fue la única dirigente de izquierda que aceptó debatir en la televisión con los dirigentes de la derecha.
En estos debates, mostró una alternativa creíble y se convirtió en la personalidad de izquierda más popular del país. Pero ante todo, presentó una política que responde a la crisis económica y social, con propuestas concretas sobre el empleo, los salarios, la seguridad social y la reestructuración de la deuda.
Cierto que la abstención fue notable, más del 46%, pero hay que tener en cuenta que cerca de medio millón de jóvenes se han visto obligados a marchar al extranjero en busca de trabajo, golpeados por la privatización, los recortes de salarios y el “yeísmo” a cada orden del ente neoliberal que gobierna Europa y convierte en títeres a sucesivos gobiernos portugueses.
Lo cierto es que en Portugal se está produciendo una nueva situación política, diferente a lo que Podemos pudiera hacer en España y también lo que Syriza hizo en Grecia, luego de ocultar al pueblo que se veía obligado a aceptar las imposiciones de los bancos alemanes, principalmente.
Y es que el Bloque de Izquierda reaccionó con unidad y coherencia ante la derrota popular en Grecia, la cual mostró que no se puede negociar una reestructuración de la deuda sin estar preparado para romper con el euro.
Así, sin ser necesariamente suave y gentil, como decían musicalmente los Chavales de España, este noviembre trajo aires de Abril, como aquella nostálgica Revolución de los Claveles.

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