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Agresión soslayada

19 de octubre de 2015

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Mientras el enorme grueso de informaciones recae sobre la ayuda rusa a Damasco para hacer desaparecer la agresión del imperialismo y el terrorismo a Siria, la continua matanza de palestinos por los ocupantes israelíes en Gaza y Cisjordania, la tensión en Ucrania y atisbos sobre algún que otro vandalismo en países africanos, apenas llega a tener atención el genocidio que la reacción árabe y el Pentágono están realizando contra el pueblo yemenita.
Más que olvidada, como indican algunos analistas, es soslayada, porque no conviene a ciertos intereses. Existe el porqué de esta agresión, que no se corresponde con las repetidas frases de inutilidad u otras que reflejan ignorancia para evitar que se conozca la verdad.
Antes que Arabia Saudita se erigiera en “justiciero” para vengar crímenes indemostrables, ya Estados Unidos había enviado drones al lejano lugar para espiar, conocer mejor el territorio y asesinar personajes inconvenientes, incluido un norteamericano.
En un anterior comentario en esta página web, hicimos referencias a que décadas atrás, Riad había pagado con camiones con oro y joyas a jefes tribales yemenitas para que abortara al gobierno revolucionario de la meridional República Popular Democrática de Yemen y a sus aliados de Egipto, que hoy, paradójicamente, es uno de sus más importantes socio en esta agresión, que coadyuva, sin lugar a dudas, a un mayor auge del terrorismo.
La justificación para estar inmolando a 21 millones de yemenitas es la afirmación de los gobiernos occidentales acerca de que el movimiento de milicias Ansarallah, integrado por la tribu huti, se hizo cargo de la capital, Sanáa, y expulsó al gobierno legítimo.
De ahí que el Consejo de Seguridad –menos Rusia– juzgó vital restablecer el gobierno anterior, aun cuando el grueso del ejército nacional yemenita se acercó a Ansarallah, que tiene una fuerte base popular en la capital y el norte.
Nada de esto importó, y el Imperio habilitó a Arabia Saudita –que tiene más aviones de guerra británicos que el propio Londres– para que dirigiera una coalición, pasara por encima de leyes y acuerdos y comenzara la destrucción de Yemen, algo no difícil en la nación árabe más pobre.
Se ha esgrimido propandísticamente que los combatientes huties maldicen a Estados Unidos e Israel, a lo que sumó después, lógicamente, a Arabia Saudita, el más visible brazo asesino.
No es un ataque contra cualquier ente, porque Ansarallah es un movimiento político-religioso que, a diferencia de los terroristas Al Qaeda y Estado Islámico, trabaja con partidos laicos, incluido el Partido Socialista de Yemen, al tiempo que acepta las bases de una resolución de la ONU sobre Yemen que la coalición proimperialista tomó como pretexto para iniciar la agresión.
Lo cierto es que han sido siete meses de continuos bombardeos y destrucción de la débil infraestructura de un país paupérrimo, que siempre ha demostrado valentía ante invasores, incluidos británicos, egipcios y sauditas.
Aunque muchos se rompen la cabeza sobre el motivo de la deleznable acción, lo cierto es que hay ambiciones detrás de ello, y numerosas posibles causas.
La antropóloga Martha Mundi, quien ha trabajado toda su vida en Yemen, cita declaraciones del general mayor retirado saudita Anwar Eshki, en las que, sin revelar nada nuevo, si indica medidas para que los ambiciosos de siempre tomen en cuenta:
“En la Península Arábiga, hay un campo de petróleo prometedor, en el desierto de Rub’al-Khali, que obliga a los países del Consejo de Cooperación del Golfo y a Yemen a cooperar para protegerlo y proteger sus ganancias. Esta unión se puede modelar, o más bien debe modelarse, sobre la base de la Constitución de Estados Unidos, que agrupó a los estados y garantizó su democracia. Y en cuanto al prometedor campo de Ogaden (de petróleo) de Etiopía se unirá el Cuerno de África bajo el liderazgo de Etiopía. Y se construirá un puente entre el continente africano y la península Arábiga, el puente de Al-Noor, que conectará la ciudad de Al-Noor, en Yibutí, con la ciudad de al-Noor, en Yemen”.
Esto, por supuesto, no acaba aquí, porque se necesitan ciertas condiciones para completar los planes imperialistas en la región.
Lo real es que es la agresión soslayada sigue virtualmente desaparecida de los medios de información occidentales, que ocultan generalmente que en Yemen decenas de miles de personas han sido asesinadas, varios millones obligadas a emigrar a otras regiones y otras muchas pasan hambre, mientras los bombardeos de la coalición al servicio del imperialismo obstaculizan por todos los medios cualquier ayuda humanitaria de la poca que se trata de hacer llegar.

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