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Afganistán: la guerra sin fin

12 de septiembre de 2019

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Según ha dicho el Secretario de Estado yanqui Mike Pompeo, la explosión ocurrida en las cercanías de la Embajada de Estados Unidos en Kabul, que causó heridas a un soldado estadounidense, es la razón fundamental para la suspensión de las conversaciones exploratorias encaminadas hacia el logro de la paz en Afganistán que venían llevándose a cabo en Qatar con una representación del movimiento Talibán.

La explicación de Pompeo en este caso es, por supuesto, simplona y poco creíble; se trató de la utilización oportunista del hecho real y coincidente para encubrir las verdaderas razones que llevaron a la interrupción de tales negociaciones.

No es la primera vez que yanquis y talibanes protagonizan esos acercamientos que pudieran conducir al fin de la prolongada guerra de Afganistán, desatada hace casi 20 años como consecuencia de la invasión, agresión y ocupación por parte de las tropas de Estados Unidos bajo la Administración de Buch hijo, extendida por Obama y hasta hoy por Trump.

Se trata ya, según las estadísticas, de la guerra de mayor duración protagonizada por el imperialismo norteamericano fuera de sus fronteras, entre las muchas que ha lanzado alrededor del mundo.

Esa vez, como se recordará, usando de pretexto una supuesta complicidad, -nunca probada,- del gobierno talibán y su entonces huésped Obama Bin Laden con los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 a las torres gemelas de Nueva York y otros objetivos.

Bush hijo logró arrastrar a la OTAN como parte de la coalición militar formada para la agresión y allá fueron contingentes de soldados y aviación ingleses, franceses, alemanes, españoles, polacos y hasta australianos.

El derrocamiento del gobierno talibán no significó, sin embargo, el fin de la guerra pues como era de esperarse los talibanes no fueron totalmente destruidos, lograron reorganizarse y comenzaron otro tipo de enfrentamiento, más difícil de aplastar o liquidar.

Tras un simulacro de retirada en tiempos de Obama, las tropas intervencionistas yanquis regresaron y hoy suman allí casi quince mil, aunque los socios de la OTAN fueron paulatinamente abandonando el terreno con diversas justificaciones.

Finalmente se ha conocido que, al margen de las fábulas del habitualmente mitómano Pompeo, la ruptura de las negociaciones con los talibanes se debe a fuertes enfrentamientos en el seno de la Administración Trump, donde algunos se empeñan en proseguir la empantanada y cruenta guerra sin fin, -como el delirante Bolton,- y otros se inclinan por abandonar esa sangría sin sentido en que se ha convertido para Estados Unidos la otrora “gloriosa” intervención afgana.

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