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Advertencia a otros «locos…»

29 de junio de 2020

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Se llama Jesús Manuel Ramos López, alias «loco loco» y es uno de los mercenarios capturados en Venezuela luego de haber penetrado a ese país desde Colombia, donde junto a otras decenas de terroristas recibió preparación de todo tipo para invadir la nación Bolivariana, y cumplir con la misión encomendada y pagada desde Estados Unidos, de capturar al presidente Nicolás Maduro —vivo o muerto— y llevarlo a territorio estadounidense.
Pero «loco loco» fue apresado al igual que los demás participantes en esa acción terrorista. Y habló, habló mucho, y una vez más, los nombres de quienes dirigieron y financiaron la operación, fueron confesados.
El mercenario aseguró que el gobierno y la policía de Colombia conocían los entrenamientos que realizaban Ríohacha, al norte de esa nación vecina a Venezuela.
Sin pena alguna reconoció estar contratado y pagado por Estados Unidos. Además, dijo que Clíver Alcalá Cordones era el principal jefe del entrenamiento en la Alta Guajira, y cuando se entregó a la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) para salir de Colombia, tras la captura del lote de armamento que estaba dirigido a ellos, la situación se complicó.
El «loco loco», una vez detenido por la Guardia Nacional Bolivariana, vio frustrado, más que sus planes mercenarios, el pago que le harían por su participación.
Tras toda esta historia, que pudo culminar en un magnicidio de impredecibles consecuencias, dos personajes –para nada locos— aparecieron siempre vinculados a la acción y, además de participar en su concepción y preparación, asumirían todos los «méritos», lo mismo el de raptar al presidente Maduro o de exhibir su cadáver, tal y como estaba previsto. Esos dos personajes son, Juan Guaidó y Leopoldo López, este último escondido en la embajada española en Caracas.
Al igual que el «loco loco» de Ramos López, otras decenas de mercenarios capturados luego del fracaso de la «Operación Gedeón», han confesado —unos algo y otros mucho—, todo lo relacionado con el guión estadounidense y el reclutamiento de mercenarios para invadir a Venezuela. Así, como lo bien acogidos que son los mercenarios, cuando se instalan en Colombia, al amparo de gobierno y autoridades de la policía, y las muchas promesas hechas por quienes financian acciones como esta, o los que como Guaidó, esperan sus resultados para, de ser los esperados, sentirse con algún mérito para presentarse ante el magnate presidente de Estados Unidos, Donald Trump, o el secretario de Estado, Mike Pompeo, y otros, y pedir más dinero, no importa que, como ahora, sea robado descaradamente al patrimonio venezolano.
El total fracaso de la «Operación Gedeón» y las confesiones de los mercenarios ahora en prisión, deben constituir una advertencia o un aviso del alias «loco loco», a quienes el calificativo que les identifica no es el de loco, sino el de criminales.

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