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Acuerdo en París

13 de diciembre de 2015

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Plausible que tras varias semanas de negociación se haya logrado un Acuerdo en la Cumbre Climática de París.
Pero tengo la percepción de que el mayor compromiso viene ahora, pues las reticencias continúan y temas como el financiamiento y la responsabilidad compartida son mirados desde aristas diferentes por los países ricos en relación con las naciones pobres.
Para algunos especialistas en el tema el mundo se está dirigiendo a un colapso ambiental, mientras continúa la incertidumbre de si lo que se aprobó en París es para cumplir de forma voluntaria u obligatoria. De ser lo último, ¿quién lo hará cumplir?
En el debate de esta Cumbre se argumentó con fuerza que bajo el prisma de que si la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera es de aproximadamente 450 ppm (partes por millón), ya tendríamos los 2ºC que se ha puesto como límite para el aumento de las temperaturas; cifra que en el presente año llegó a los 400 ppm.
En tal caso, se puede ver como un logro el que se haya aprobado la propuesta, principalmente defendida por las islas, de plantearse un aumento máximo de 1,5 grados en las temperaturas para finales del presente Siglo XXI.
También se evidenció en los debates de la Cumbre Climática de París, que el gran capital de las transnacionales ha mostrado la cara “buena” de aceptación en la lucha contra el cambio climático, mientras el agotamiento de los recursos convencionales como el petróleo, y la búsqueda de soluciones energéticas a través del gas esquisto, contamina aguas y produce otros daños a la humanidad.
En tal contexto, el problema climático tiene otros componentes que vinculan necesariamente cualquier acuerdo al respecto, con políticas de gobiernos interesados en apropiarse de los recursos energéticos que aún hoy quedan en algunas regiones como el Oriente Medio, y que ha provocado escenarios de guerra donde no solo mueren cientos de miles de seres humanos y emigran millones de ellos, sino que contamina el ambiente, se envenenan las fuentes hídricas y de destruye el hábitat.
A propósito de la Cumbre recién concluida en Paris, algunos especialistas han argumentado críticamente cómo será posible afrontar el problema del cambio climático si en la actualidad el mundo gasta cada año más de 1,8 billones de dólares en guerras y componentes militares.
Guarda relación tal argumento, con el propio proceso de discusión para llegar a un Acuerdo Vinculante en París, por cuando los que más dinero dedican a las guerras son, a la vez, los países más industrializados y más contaminadores del medio ambiente.
Especialistas del tema argumentan que la guerra es un gran consumidor de petróleo y un gran emisor de gases de efecto invernadero. Todos los aparatos de guerra se mueven con combustibles fósiles. Vivimos hoy en medio de una fuerte tendencia “guerrera”, en la que la orientación de fondo de las potencias es colocarse en el mapa geoestratégico para el control de los recursos naturales. La guerra es un mal invento para el cambio climático.
No se pudo obviar en los análisis de esta Cumbre que las emisiones per cápita de Estados Unidos son actualmente siete u ocho veces las de China.
Para resumir, vale señalar que es un gran logro lo aprobado en la Cumbre Climática de Paris, pero ahora viene el compromiso mayor: cumplir lo acordado y cumplirlo de verdad.

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