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Acomodo de carga

16 de febrero de 2017

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La Casa Blanca acaba de abrir sus puertas para que entrara, una vez más, el premier de Israel Benjamín Netanyahu.

Como era de esperar –al margen de las especulaciones mediáticas– el nuevo mandatario norteamericano, Donald Trump, no puso reparos para que se incluyera en su agenda el encuentro con esa pieza clave para todas las administraciones estadounidenses que han sostenido y parecen comprometidas a seguir sosteniendo al régimen sionista, punta de lanza de Washington para sus acciones en la región del Oriente Medio y un poco más allá.

Esta visita es algo así como un acomodo de carga donde lo fundamental para Israel es que Estados Unidos le siga brindando las multimillonarias cifras de ayuda militar y, muy importante, el respaldo diplomático para que ni a la propia ONU se le ocurra negar a Tel Aviv el derecho de exterminar a los palestinos, apropiarse de sus tierras y construir allí miles de asentamientos judíos ilegales, entre otras cosas.

En este recuento es oportuno recordar que el último acuerdo entre Washington e Israel de ayuda para la defensa de la nación sionista fue firmado por los gobiernos de George W. Bush y Ehud Olmert en 2007.

Eran nada menos que 30 000 millones de dólares por 10 años, de 2009 a 2018, sin contar los casi 700 millones que EE.UU. invirtió en el conocido “Domo de hierro”, programa antimisiles israelí, señala BBC Mundo.

Recientemente, cuando al presidente Barack Obama le quedaban algunos días de su mandato en la Casa Blanca, Netanyahu lo visitó con nuevos pedidos de ayuda militar, en esta ocasión elevar la cifra de dólares para armas a los casi 5 000 millones anuales.

Este tipo de negociación de ayuda financiera que abona el gobierno de Estados Unidos sale del aporte de los contribuyentes y Tel Aviv se compromete a que todo ese dinero se utilice en la compra de armas y otros medios de guerra producidos por el Complejo Militar norteamericano.

En buen cubano sería algo así como “matar dos pájaros de un tiro”. Se sostiene militarmente a Israel y se alimenta a la industria militar estadounidense, sostén económico de su sistema imperante.

De acuerdo con despachos de prensa, Israel pide más dinero y más armas como parte de un paquete de compensación militar por el acuerdo suscrito por Estados Unidos y otras potencias en relación con el programa nuclear iraní y para pueda contar con la supremacía bélica en relación con los países del Oriente Medio.

A buen entendedor con pocas palabras bastan: Washington da el dinero y las armas y Netanyahu sigue haciendo de las suyas en aquella complicada zona.

Todo eso se sostiene con el ya más que obsoleto argumento de que Teherán no cumplirá su compromiso de desarrollar el plan nuclear con fines pacíficos.

La propia BBC Mundo recuerda que la asistencia militar estadounidense a Israel asciende a 124 300 millones de dólares desde que se inició en 1962, según un reciente informe del Congreso.

Por el apoyo estadounidense, el ejército israelí es uno de los más sofisticados del mundo, especialmente en términos tecnológicos. Además, el país ha desarrollado una industria de defensa que está entre las diez primeras del mundo.

No se incluye en estos datos, el desarrollo del armamento nuclear que tiene instalado Israel en su territorio y que no permite sea inspeccionado por las instituciones internacionales especializadas.

Donald Trump, como sus antecesores, expresó al jefe de Estado israelí, el compromiso con mantener la ayuda y el reconocimiento al papel de Tel Aviv en la región del Oriente Medio.

La visita fue, sin lugar a dudas, un nuevo acomodo de carga entre dos aliados que se aúpan mutuamente.

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